Te Cuento de Viajes

En las montañas de Japón, en la región de Hida, se encuentra la pequeña localidad de Takayama. Con sus aguas termales, calles tradicionales, ritmo tranquilo… es una parada perfecta para conocer el Japón más rural. De nuestra visita a Takayama ya os hablé en este post, hoy te hablaré de un pequeño y curioso museo folk que visitamos en los alrededores de la ciudad.

La aldea tradicional de Hida no sato ó Hida folk village, es un museo al aire libre formado por unas 30 casas rurales traídas desde distintos rincones del distrito montañoso de la Prefectura de Gifu.

Las casas fueron construidas en el periodo Edo, 1603 a 1867, sus estados de conservación eran diferentes, y los estilos arquitectónicos distintos según la región, utilidad y al siglo que pertenecían. Abrió en 1971 y es una visita interesante para todas las edades, se puede visitar la casa de un gobernador, almacenes, talleres, cotidianas viviendas…

La construcción a dos aguas de estos inclinados techos de paja es muy típica de algunas regiones del país. Reciben el nombre de gassho-zukuri, dicen que representan dos manos unidas orando y su diseño es perfecto para evitar los acúmulos de nieve.

Se puede visitar el interior de todas ellas. Son todas diferentes, hay suelos de madera, de tatami de arroz, …versátiles paneles móviles…

Algunas huelen a madera quemada, se ve que de vez en cuando encienden los irari, los pequeños hogares hundidos en el suelo. Sobre ellos hay unas pesadas tapas de hierro que al parecer caerían sobre el fuego si las llamas subieran demasiado.

En casi todas exponen antiguas vestimentas, utensilios… menaje… es fácil tropezar con algún oxidado triciclo, arados, rústicos trineos….

Recuerdo que me llamó la atención el chubasquero del Japón rural, a juego con las botas de agua, y me molaron los materiales relacionados con la sericultura, es todo un mundo la cría de los gusanos de seda… un mundo lleno de secretos y arte.

Había cajas donde guardaban los capullos, raros instrumentos, pequeños abanicos a medio tejer…telares…

Este versátil tejido multiuso usado en lámparas, biombos, pasando por kimonos, entretelas… llegó a provocar un crack en la economía japonesa cuando los agricultores y ganaderos abandonaron sus tareas para dedicarse a los rentables gusanos.

La importante industria de la seda nipona continua hasta nuestros días. Si estás muy interesado en aprender más sobre este hilo, cerca de Tokio se puede visitar la fábrica de la seda de Tomioka y una vieja escuela, ambas declaradas Patrimonio de la Humanidad y dedicadas al bobinado, estudio y la historia de la seda.

Según el folleto del museo, se muestran unos 230 artículos relacionados con la seda y casi mil objetos cotidianos. El mundo cachivaches es curioso, y me encantó encontrar antiguas fotografías que mostraban las sonrisas de los niños, los atuendos, los peculiares rostros…

…la mucha nieve, el trabajo cotidiano, los festivales de la ciudad… no eran muchas fotos, pero las fotos viejunas siempre nos resultan interesantes.

También me moló que todas las casas tienen tampones y tinta para estampar sellos. Es una práctica habitual en el país, en casi todas las estaciones, edificios emblemáticos, incluso en algunos templos, santuarios… incluso bares… dejan su sello de caucho junto a una caja de tinta para que los visitantes se lleven un recuerdo. A algunas casas les faltaba el sello, a otras la tinta, a otras ambos… pero me traje una buena colección de sellos en mi cuaderno viajero.

Además de casas hay un pequeño molino de agua, un estanque con patos, un diminuto cultivo de arroz,…caquis secándose al sol, leña cortada…

Durante el paseo también tropezarás con pequeños lugares sagrados, como altares, un mini templo, las clásicas maromas para espantar los espíritus, alguna campana…

Las vistas desde la reconstruida aldea son molonas. Al fondo, a lo lejos, pueden verse los llamados Alpes japoneses. Un destino también muy interesante, con sus nevadas cimas que superan los dos mil y tres mil metros, sus Parques Naturales y mogollón de senderos.

Cerca de la entrada, recuerdo que había una serie de juegos tradicionales, desde peonzas niponas, a zancos,… También había cónicos sombreros y clásicas sombrillas para tomar prestados mientras se visita el lugar. Algunas zonas son accesibles en sillas de ruedas, incluso prestan carritos para bebes, bastones, botas de nieve…

Junto a la tienda de recuerdos, y cerca de la parada de bus, se encuentra Hida Takayama Crafts Experience Center. Aquí se imparten pequeños talleres de artesanía local, puedes aprender a hacer las tradicionales muñecas sarubobo, tazas de cerámica, hornear galletas de arroz, trenzar cuerdas, hacer llaveros de cuentas, campanitas de viento… Pueden durar desde 15 minutos a una hora y rondan los 600-1600Y. Aquí te dejo la web oficial.

Nosotros coincidimos con un hombre que tallaba la madera. Es un lugar curioso para aprender algo nuevo y donde comprar algún recuerdo muy made in Japón.

Según las fechas de tu visita puedes encontrar desde decoración navideña, a cerezos en flor, un poco de otoño o pequeños eventos. Aquí puedes consultar las distintas actividades y aquí te dejo un mapa del museo.

La pequeña aldea museo abre todos los días de 8:30 a 17h, la entrada cuesta 700Y. Aunque se encuentra un poco a las afueras, llegar es muy fácil. Se puede dar un paseo de media hora, o tomar un bus por 210Y el trayecto, o sacar un pase diario de bus por unos 620Y, o comprar un pase de bus+aldea por unos 930Y, esta última opción es la que más nos interesaba y elegimos nosotros. En la estación de bus puedes comprar los tickets y pases, bien en ventanilla o en máquina expendedora.

Frente al museo folk, algo lejos, me chirría un edificio blanco y moderno coronado con un tejado enorme y dorado, no tenía la menor idea de que podía tratarse, y cuando llegué a casa, googleando, supe que se trata de la sede de una nueva religión creada en 1959 allí en Takayama. Se llama True Light, la “luz de la verdad”, es una especie de secta que cree que Jesús estuvo allí y allí murió de anciano, nada de crucifixión ni torturas. Hoy cuenta con más de 75 sedes en todo el mundo, incluso tienen web.

Ya os comenté que de alguna forma esta pequeña aldea es la hermana pequeña de la gran aldea de Shirakawago declarada Patrimonio de la Humanidad. Nosotros teníamos pensado visitar ambas, y hacer el interesante sendero que une la localidad de Magome con la de Tsumago, pero cambiamos los planes sobre la marcha y ambos destinos se quedaron en el tintero viajero.

En Shirakawago el entorno es más bonito, el número de casas mayor, también hay más actividades, exposiciones,… Para llegar a Shirakawago desde Takayama o desde Kanazawa hay que tomar el bus, es algo caro, pero dicen que la visita merece mucho la pena.

La pequeña aldea Hida no sato puede visitarse en media hora, en una o en dos, depende de lo mucho o poco que quieras entretenerte. Si tienes tiempo y ganas se puede caminar media hora hasta la cima del monte Matsukura, donde puedes ver las ruinas del castillo Matsakura, destruido en el siglo XVI, y disfrutar de unas vistas panorámicas con los Alpes japoneses de fondo.

A nosotros nos gustó mucho la visita a la pequeña aldea, nos resultó entretenida y didáctica, apta para todos los públicos, económica y de fácil logística. No te la pierdas si pasas por Takayama.