Era nuestra última tarde en Vancouver, nuestras últimas horas en Canadá. Para despedirnos decidimos acabar el largo día en una playa de Kitsilano disfrutando del atardecer. Recuerdo que cerca había un museo marítimo y un pequeño observatorio astronómico, casas residenciales, algunas esculturas,… una pareja con una manta y un picnic,… perros felices, troncos tamaño XL,…
Al poco tiempo de llegar, apareció una señora acompañada de su marido. Eligió un banco cercano y comenzó a desvestirse, se enfundó un par de gorros, unos guantes,… y en bañador se dirigió a la orilla. Sin duda, sin ningún respingo, sin miedo; la señora entró en el frío Pacífico vancuverita de un 23 de septiembre.
Durante un rato la vimos nadar a brazas, de espaldas, incluso dio algunas volteretas,… disfrutaba del mar, del sol poniente, de su rico baño en soledad. Yo la miraba y admirada, rondaría los ochenta y muchos, y era pura vitalidad. Salió del agua, se endulzó con una manguera junto a los barcos atracados y, envuelta en una sudadera, se dispuso a hacer fotos del atardecer con su moderna Tablet.
Con sus dedos afilados manejaba el dispositivo con muchísima soltura mientras el horizonte se llenaba de sol, de finas nubes desgarradas y diminutos pompones.
Pasó cerca buscando nuevos ángulos para sus fotos. En algún momento hubo un saludo, se sentó, compartió con nosotros el banco y nos enseñó sus bonitas capturas.
Nos preguntó de dónde éramos, que hacíamos por allí,… Al saber que éramos turistas, nos comentó que ella tuvo un Bed and Breakfast, pero que su hija ya no quería que trabajara más. Mientras hablaba, buscaba fotos en su Tablet para enseñarnos su cercana casa y las muchísimas flores del jardín…
Nos contaba que se bañaba todos los días desde junio a septiembre, se interesaba por las características técnicas de nuestra cámara, por nuestra ruta canadiense, por España …Era una abuela 2.0, y sin duda tuvo que ser una amable y excelente anfitriona. Nos dijo que había trabajado como arpista durante muchos años a bordo de cruceros, y que fue muy feliz llenando con la música de su arpa, las noches, los fiordos, islotes, horizontes…
Nos habló de aquellas travesías, de lo mucho que nos gustaría la salvaje Alaska y su fauna, de los cientos de auroras boreales que sus ojos habían visto y sus finos oídos habían escuchado, porque las Luces del Norte suenan ☺ Al parecer, como una seca palmada, como un chispazo, a veces como un pequeño crujido… o incluso como un murmullo.
Nos explicó que Canadá es uno de los mejores destinos del mundo para ver auroras, ya que son muchos los lugares accesibles por tierra que se encuentran bajo el llamado “óvalo de la aurora boreal”, que es como se denomina al área con mayor fuerza geomagnética, y donde el brillo y la frecuencia de aparición es mayor.
En el Yukón nos recomendaba Whitehorse, Yellowknife en las tierras del Norte, Churchill en Manitoba, incluso en el corazón de las Rocosas con suerte es posible observarlas… En Alaska nos habló de Fairbanks, donde se puede llegar en avión o en el Aurora Winter, el único tren de pasajeros que opera en invierno.
Mientras hablaba con sus dedos de arpista nos buscó este práctico mapa.
La escuchaba con mucha atención ☺ Desde pequeña he soñado con ver una aurora boreal, ese espectáculo natural me atrae y me fascina ☺, diría que es de esas “cosas que quiero ver o hacer antes de morir”. Poder disfrutar de esos mágicos velos de colores bailando al son de los vientos solares y de los campos magnéticos, para mi es un viejo sueño viajero recurrente y pendiente.
También nos habló de un viaje especial que recordaba con mucho cariño y mucha emoción, un viaje en el tiempo, a sus viejas raíces en Paraguay. Nació allí, y nos contó de la dura vida de entonces, de la muerte temprana de sus padres, de la pena por tener que dejar su país al quedar huérfana, de la rabia por haber olvidado el idioma…de la mucha alegría que le producía escucharlo en nosotros…
Con aquellas memorias remotas, el azul de su mirada brillaba con una mezcla de pena, nostalgia y dulzura. A mi me gustaba sentir la fina piel de su mano sobre la mía y escuchar sus historias. El tiempo voló a su lado, era de noche cuando nos despedimos. Además de un beso y un abrazo, nos dio su tarjeta, donde aparecía su nombre, un dibujo de un arpa con flores, y los títulos de algunos de sus vídeos de su modesto canal de Youtube.
Fue un placer conocer a Helen en aquella bonita playa. En un rato de charla nos llenó de calor, de energía, nos contagió su envidiable vitalidad, su mucha curiosidad, su risa… y siempre nos acordaremos de ella, de ese último atardecer en Vancouver…, y de que mujeres como ella construyeron y construyen la salvaje Canadá.
Al día siguiente, en el vuelo de regreso a casa, cuando todo el pasaje dormía recordé la espectacular vista aérea de la blanca Groenlandia que vimos a la ida, …y siguiendo una especie de nostálgico impulso «abrí» la ventanilla. De repente, me encontré la noche y una increíble sorpresa… ☺ A lo lejos, una etérea cortina de luz verde esmeralda bailaba muy despacio… ☺ no podía creer lo que veía, pero ahí estaba ☺ ¡¡era ella!! ¡¡una aurora boreal!!
Con la nariz literalmente pegada al cristal, entusiasmada y emocionada como una niña pequeña, desperté a maridín para que disfrutara del espectáculo ☺ Ni en mis mejores sueños imaginé conocer las Luces del Norte desde un avión ☺ Fue un momento muy especial, con el movimiento relativo las sensaciones eran curiosas… Bailábamos… se acercaba, se alejaba, nos alejábamos…hipnotizada me despedí muy feliz de aquella mágica visión ☺ sintiéndome suertuda y dando gracias a la Vida por todos estos bonitos regalos.
Fue en un Bed & Breakfast canadiense, rodeada de Montañas Rocosas, donde encontré un libro que llamó mi atención. Se titulaba Wild West Women; Travelleres, adventures and rebels, y RoseMary Neering era su autora. Lo tomé prestado de la estantería y leí un poco sobre las diferentes mujeres que llegaron a esta tierra y que construyeron el país; desde exploradoras, a pilotas, a mineras, músicas, propietarias de hoteles,… escaladoras… prostitutas… enfermeras…
Yo he decidido hacer mi pequeño homenaje a un par de mujeres del siglo XXI de la aún salvaje Canadá. Mujeres a las que allí tuve la suerte de conocer, que se cruzaron fugazmente en mi camino y a las que doy las gracias por dejarme una bonita huella. Aquí podéis leer la primera historia que escribí.
P.D.: Por supuesto que al llegar a casa busqué sus vídeos caseros, la escuché tocar el arpa, vi imágenes de su viaje familiar a Paraguay, …y de alguna forma regresé a aquella playa de Kitsilano, a aquel banco donde la conocí y soñé con las auroras.
P.D.: A finales de diciembre 2018-enero 2019 viajamos a Noruega para cumplir por fin el sueño de ver las auroras boreales 🙂 Aquí te cuento nuestra mágica experiencia.
Una experiencia muy gratificante para ser la última tarde tanto por el panorama del ocaso como el encuentro 🙂👍
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Fue un bonito adiós a la ciudad 🙂 una agradable charla con un bonito juego de luces 🙂 Gracias por estar cerquita vecino 🙂 Un abrazo!
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Donde menos se espera surge el contacto o serán sitios especiales 🙂✋
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Qué ratito más agradable he pasado con ustedes y con Helen. Una mujer admirable. Y vaya suerte de ver la aurora en el último momento! Un besazo y feliz miércoles.
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🙂 Me alegra leer que ha sido un ratito agradable compañera 🙂 Sin duda conocer a Doña Helen y a Doña Aurora fueron unos regalos preciosos de la vida 😉 Gracias linda Salodari por estar cerquita. ¡¡Un abrazote enorme!!
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wow. preciosa historia! tanto la de la señora como la aurora! me encanta leerte!
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Muchas gracias compañero de teclas 😉 Me encanta que te encante 🙂 es reconfortante, …una nunca sabe si os llegan mis letras 😉 . Un abrazote, o dos a repartir 😉
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Es una entrada encantadora, llena de vivencias personales y cargada de emoción, gracias por compartir el texto y las impresionantes imágenes. Un saludo.
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Muchísimas gracias a ti Carlos por tus amables palabras 🙂 y por estar cerquita. Me alegra mucho que te haya gustado este relato tan personal, sencillo y cotidiano… que no sabía si os gustaría… 🙂 leerte me reconforta. Un abrazo.
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Emocionante colofón para un viaje lleno de bonitos momentos.
Un abrazo guapa
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Fue una guinda viajera perfecta 😉 Y pensar que hace justo un año…andábamos por allí 😮 Uf ¡¡¡cómo pasa el tiempo!!!…que lejos está ya Canadá, …y que cerca está ya Japón 😮 jajajaja. Ya me contarás si tu ya tienes elegido próximo destino 🙂 Gracias por tu calorcito linda Gladys, te mando un abrazote inmenso!
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¡Qué bonito compañera! Me has emocionado… y qué suerte ver esa maravilla de forma inesperada… o no tanto, siguiendo tu sexto sentido.
Este tipo de encuentros es lo que vale la pena de los viajes porque ver paisajes, edificios o flora y fauna, hoy en día está al alcance de cualquiera con una conexión a Internet pero esas experiencias son imposibles de otra manera que no sea tocando piel con piel…
He podido saborearlo como si estuviera allí sentada con vosotros 😍 Me ha encantado. Qué maravilla llegar a octogenaria con unas vivencias tan ricas… las de una pionera.
¡Genial post, mi querida Cristina!
Un abrazo boreal.
PD: Me ha encantado tu representación de la Aurora Boreal… qué colores tan bonitos…
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Muchas gracias mi querida MJ 🙂 cuanto me alegra leer que he sido capaz de transmitir con las teclas un poquito de mis muchas emociones…Fue una despedida muy tierna y bonita 🙂 Porque efectivamente compañera, no hay nada como la piel con piel, sostener una mirada, sentir una caricia con una risa, la calidez de un abrazo…
La aurora fue toda una sorpresa inolvidable 🙂 y Helen es una pionera, una valiente y un amor 🙂 … y según ella su vitalidad, y buen estado de conservación se debía a una mezcla de curiosidad por todo y a la magia del frío 😉 ( del que por cierto quizás algún día os cuente mi curiosa relación con él).
Muy contenta de que te haya gustado compañera de teclas 🙂 Muchas gracias por tus bonitas palabras y por estar cerquita, te mando otro abrazo «borealis» 😉 y besos de colores
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Que bonito el relato😍me acabas de alegrar la hora de la comida😘😘
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🙂 Pues que conste en actas que tu me la acabas de alegrar a mi también 😀 Muchas gracias por tus bonitas palabras, me alegra mucho que te haya gustado. ¡¡Un abrazote y bon appetit! 😀 XXX
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Vengo aquí a la tertulia después de leer tu maravilla de relato (qué emociones transmites!) Y veo que MJRU1Z ya ha dicho justo lo que yo tenía pensado decir (porfavorcortaypegaaquísucomentario)
«este tipo de encuentros es lo que vale la pena de los viajes «(la gente, siempre la gente)
Saludos buenas gentes y auroras boreales😊😚😚😚😚
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Wellcome siempre my friend 😉 Me alegra leer que algo de mis emociones son capaces de atravesar toda esta parafernalia de teclas, cables, pantallas…y ciber mundos 😀 . Así es mi NoRte, los humanos (y el resto de bichos 😉 ) enriquecen los viajes 🙂 . Hay una fauna muy interesante por el mundo 😉 y a la vuelta de la esquina, por supuesto, también 😉
Gracias por tus bonitas palabras y por tu calorcito rico. Te mando un abrazo enorme cargado de iones positivos.
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Desde luego fue una bonita despedida, tanto por la amable y simpática mujer arpista como por haber podido ver cumplida tu ilusión de ver una aurora boreal. ¡Y desde el aire! Entiendo que una parte importante de los viajes es conocer a gente, especialmente lugareños, con la que compartir conocimientos y experiencias. A la vuelta, uno no solo trae consigo recuerdos en forma de imágenes y sensaciones sino también de palabras y vidas ajenas. Yo debo reconocer que por mi timidez endémica no suelo (casi nunca) entablar relación, y mucho menos amistad, con extraños con los que solo he coincidido esporádicamente. Mi yerno, en cambio, es de los que les encanta entablar contacto verbal con cualquier persona que le llame la atención. En Cuba, por ejemplo, adonde fuimos toda la familia en pleno, como además es fotógrafo profesional, no paraba de charlar con las gentes de la calle, y cuanto más «estrafalarias» eran, mejor, jajaja. Luego les pedía si podía fotografiarlos, y ellos encantados. Y cito a mi yerno no solo por esa faceta sociable sino porque es también un «perseguidor» de auroras boreales, Ha ido dos veces a Islandia a cazarlas. ¡Y solo! durmiendo en una furgoneta o en cualquier parte donde le diesen refugio, jeje.
Un abrazo.
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La verdad que fue una despedida muy bonita, dulce y completa 🙂 doña Helen y doña Aurora fueron dos regalos de la vida muy agradables 🙂 . Los humanos somos una fauna muy interesante compañero 🙂 y lo sabes 😀 , pero a veces por esa timidez que comentas o por la velocidad viajera o por barreras idiomáticas importantes (siempre es posible comunicarse, pero a veces puede ser mentalmente agotador) … esos contactos no son posibles o son demasiado fugaces…someros… o a trompicones 🙂
Yo acompañaría a tu yerno a Islandia 😀 a esperar a las Auroras en una furgoneta, en una noche sin fin, con un termo, una manta y la cámara… 🙂 Sigo soñando con ella, y espero algún día volverla a ver.
Sin embargo a Cuba… no sé yo si le acompañaría 😀 jajaja porque con lo mucho que charlan los cubanos, tu yerno y yo… y el mundo fotos…creo que no llegaríamos a salir de la Habana 😀 jajaja 😀 eso sí 😉 conoceríamos la Habana estupendamente 😉 pues nadie mejor que los locales para hablar/mostrar/enseñar las tripas, las realidades, la idiosincrasia…del lugar.
Mil gracias por tu tiempo y agradable compañía. Te mando un abrazo grande. ¡Buen finde!
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¡Cuánto tiempo sin leerte y cuánto me alegro de volver a hacerlo! Gracias por transportarme tan lejos, hacerme estar en sitios que ni sabía que existían. Eres maravillosa con tus historias y tus viajes, aportas emoción y creatividad a cada una de tus andadas por el mundo y la vuelves arte. ¡Un abrazo enorme, querida Cristina!
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¡¡Mi querida Mar!! ¡qué alegría leerte! 🙂 espero que el verano te haya ido genial. Mil gracias por tu visita, tiempo y bonitas palabras 🙂 leer que te siguen gustando mis relatos y mis infundios creativos me alegra la morning 🙂 Un abrazo enorme linda Mar.
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¡Qué maravilla! ¡Una aurora boreal sorpresa! Sin duda, si hay algo tan gratificante o más que viajar y conocer nuevos lugares, su historia, sus costumbres… es conocer a esos personajes tan auténticos que has tenido la suerte de encontrar, que te cuenten su historia… Por cierto, yo no pienso morirme sin haber visto una aurora boreal 😃😉
¡Millones de besos XXXL! 😍
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¡¡Sí fue una maravillosa aurora boreal fugaz!! 😀 pero inolvidable 😉 Siempre se la pido a los Reyes Magos … y no me hacen caso 😀 …seguiré insistiendo a ver si en una de estas suena la flauta 😀
Pues sí linda Ana, en los viajes siempre aparece alguien interesante con alguna historia, mirada o sonrisa para compartir…y sin duda, siempre suman, multiplican,…enriquecen 🙂
Mil gracias por tus calorcito y por esos besos grandes que hoy me vienen genial… ando peleándome con una muela… y va ganando la muela 😦 ¡Un abrazo inmenso amiga!
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Uffff con las muelas hemos topado! Ibuprofeno, dentista y descansito del bueno, linda!! 😘😘😘😘😘
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Pues sí mi querida Sancho 😀 Aquí ando medio revoleada, drogada con el ibuprofeno (aunque me acabo de pasar al Enanthyum) y con cita para mañana in the morning 😦 …un abrazote mi linda!!
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