Qué vimos en Japón: Nuestras primeras 48 horas en Tokio

Nuestra segunda mañana en la isla nipona la comenzamos visitando el boscoso Santuario Meiji en el turístico barrio de Harajuku. Ayer tocó templo en Asakusa, hoy tocaba santuario.

Son miles los templos y santuarios que pueden visitarse en Japón. Se encuentran en sus calles,…en la orilla del mar … en bosques…en la cima del Fuji…están por todo el país.

La principal diferencia entre templo y santuario, es que los templos son budistas y los santuarios son sintoístas. El sintoísmo es tan antiguo como el propio Japón, y el budismo fue importado de la India allá por el siglo VI, hoy día ambas religiones conviven, incluso se complementan. La mayoría de los japoneses son budistas, sintoístas o ambos… Hay una típica frase que lo resume diciendo que el “japonés nace sintoísta y muere budista”, y realmente así parece ser.

Ambas religiones se han acercado tanto a lo largo de los siglos, que de alguna forma la arquitectura y las características de templos y santuarios casi se han fusionado. Y aunque realmente hay claras diferencias, para los ojos novatos de los turistas, a veces, es difícil diferenciarlos.

En general los santuarios son más sencillos, y los templos más decorados. La nomenclatura podría ayudar, casi todos los nombres que finalicen en –ji será un templo. Kinkaku-ji, Ginkaku-ji, Senso-ji… más o menos coincide, pero esta regla tiene sus excepciones y falla. Mejor buscar si hay un Buda por algún lado para salir de dudas… 😉 y si lo hay; es un templo.

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La mañana tokiota estaba gris cuando entramos en el recinto del santuario sintoísta de Meiji. Más de cien mil árboles de 365 especies donados desde todas las regiones del país, y una gigantesca puerta torii de madera de cedro y cobre, nos dan la bienvenida.

Estos pórticos, son característicos de los santuarios, y son sencillas puertas que suelen indicar que entramos o salimos de un lugar sagrado. Una visible frontera entre lo sacro y lo profano, en la que es habitual ver como muchos locales se detienen y hacen una reverencia al pasar.

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Literalmente torii significa “donde residen los pájaros”. Las aves son mensajeros de los dioses sintoístas.

Es frecuente que los torii sean de madera y estén pintados en rojo bermellón y negro, pero también los hay en madera natural, algunos son de piedra,… y hoy existen de plástico tipo PVC, de resina, hormigón, acero inoxidable…

Tras cruzar la metafórica puerta, los sonidos de la ciudad desaparecen, no hay graznidos de la plaga de cuervos y la calma del bosque nos saluda.

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Pronto encontramos parte del camino coloreado con una exposición de manipulados crisantemos, con formas de cascadas, de discos, trenzas… No es una flor cualquiera, es la flor emblema de Japón, convertida en un símbolo imperial que aparece en la portada de los pasaportes, insignias, documentos oficiales,… En noviembre se celebra su festival y es habitual encontrarla decorando jardines, parterres y altares de la ciudad.

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Tras las flores aparecieron largas filas de los curiosos barriles de sake, la bebida más conocida del país. En el santuario se usa como el vino en la cristiana eucaristía y en algunas celebraciones.

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Estos prácticos barriles de madera envueltos en paja y anudados con cuerdas, suelen ser donados por bodegas para pedir protección a los dioses. Al parecer, envueltos de esta curiosa forma se facilitaba su transporte, …y a mi me molaba fijarme en sus diferentes etiquetas… Algunos decorados con la gran ola de Kanagawa icono del país, otros con simbólicas tortugas, todos con indescifrables y bonitos kanjis,…

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Poco a poco nos acercamos al santuario Meiji, a esas tempranas horas apenas hay nadie. Pero es uno de los más famosos y concurridos de la capital, sobre todo en la celebración de Fin de Año, cuando más de tres millones de personas se reúnen allí para escuchar las 108 campanadas, realizar rituales de comienzo del año,… comprar amuletos,…

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Entrada gratuita, abierto de sol a sol. Al parecer los domingos es habitual coincidir con alguna boda sintoísta.

En Japón casi nada es casual, y aquella maroma que veía colgando en los enormes árboles, debía significar algo. Supe que las cuerdas se llaman shimenawa y de nuevo son una frontera entre lo divino y lo profano. Indican que algo es sagrado, puede ser un pequeño altar, el propio templo, o incluso un árbol o una piedra… De ellas cuelgan unos zigzags de papel, llamados shides, que son una especie de truenos que espantan a los malos espíritus.

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Al principio se elaboraban con exótico cáñamo, pero cuando escaseó comenzaron a utilizar paja de arroz.

Dimos un paseo sin prisas, disfrutando de la mucha tranquilidad matutina. Alguien escribía sus deseos en una tablilla, un monje regresaba armado con una escoba, una mujer compra varios amuletos… aunque al parecer ellos no hablan de comprar, hablan de recibir.

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Nos acercamos a la fuente de las purificaciones para descubrir que era un tubo de PVC escondido en un tronco hueco de bambú, nos asomamos al altar, disfrutamos de la amplia y solitaria perspectiva del patio …

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Y abandonamos el santuario atravesando un precioso pasillo arbolado, y maldiciendo la escandalera que hacía un jardinero armado con un ruidoso soplador de hojas… Lo malo de madrugar es que evitábamos hordas de turistas, pero muchas veces nos tropezábamos con las tareas de mantenimiento. Por suerte en Plutón-Japón aún hay más escobas que cacharros escandalosos 😉

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El santuario Meiji es vecino del conocido parque Yoyogi, el cuarto en tamaño de la ciudad. Pero nosotros dejamos el enorme parque para otro momento, ahora nos iríamos a visitar una Avenida que llevaba anotada en mi cuaderno viajero, y que tenía muchas ganas de ver; la Avenida de los ginkgos.

Para llegar a ella atravesamos una zona deportiva de la ciudad. Nos cruzamos con estadios, pabellones, campos de golf y de baseball, muchos corredores en las aceras… y las importantes obras para los próximos Juegos Olímpicos de Tokio 2020.

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Hace muchísimo tiempo que me enamoré del árbol llamado Ginkgo biloba, lo conocí en Madrid. Sabía que en Japón lo encontraría y por el camino crucé los dedos para que, a estas alturas de mediados de noviembre, las caducas hojas lucieran en su característico color amarillo dorado.

No es un árbol cualquiera, el llamado árbol de los cuarenta escudos, nogal de Japón, árbol de la vida, de la longevidad, de las pagodas…es un árbol muy especial, único. Un fósil viviente que ha resistido glaciaciones, grandes extinciones, bombas,…

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Los registros demuestran que es uno de los árboles más antiguos que se conoce junto con las coníferas y las cicas, convivió con los dinosaurios, es capaz de vivir mil años y es único en su especie,… eso significa que no hay ningún árbol igual o parecido, no tiene primos ni hermanos…

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Para el budismo es un árbol sagrado, es un símbolo de resistencia a las adversidades o a las condiciones más extremas, y por ello es habitual encontrarlos junto a las pagodas de muchos de los templos.

Por esta resistencia y su mucha longevidad el ginkgo ha sido, y es, muy utilizado en la tradicional medicina oriental, donde se emplea desde hace más de dos mil años. Y por su belleza se ha utilizado en parques, calles, jardines, … Es el árbol oficial de Tokio, y su hoja bilobulada, con forma de abanico y surcos paralelos, es el emblema de la ciudad.

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Caminar por aquel pasillo de apenas 300m era como hacerlo por un túnel surreal, el dosel sobre nuestras cabezas era tan tupido, que la luz filtrada pasaba del frío blancuzco al cálido amarillo verdoso. Veía a los machos con sus copas puntiagudas, a las hembras algo más despelucadas… y de vez en cuando pisaba alguna redonda semilla de olor nauseabundo, fétido-pestoso…

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En aquella atmósfera tibia de vez en cuando caían hojas con una aerodinámica perfecta, se desplomaban a modo de bailarinas kamikazes, armadas con faldas de volantes girando sobre sí mismas.

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La acera teñida de doradas kamikazes hace resplandecer a una novia,… como veis no soy la única enamorada de los ginkgos ☺ el lugar es muy fotogénico. Y eso que aún andaban algo verdes-amarillos, pillarlos en el momento pletórico, debe ser aún más espectacular. Sabíamos que cerca de diciembre estarían amarillo pollo, …pero es en Kioto donde más nos interesaba pillar los colores del momiji, y en función de ello ordenamos nuestros días-fechas.

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Dejamos atrás a los novios posando en el galáctico túnel, la cercana y enorme pinacoteca Meiji, y nos pusimos en marcha rumbo a Shinjuku. Queríamos visitar el jardín botánico de Gyoen, formado por un clásico y ordenado jardín japonés, un podado jardín francés y un amplio jardín inglés.

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Gyoen garden: Abierto de 9h a 16:30h. Cierra los lunes excepto durante la temporada de cerezos (marzo/abril) y florecimiento de los crisantemos (noviembre). Cierra del 29 de diciembre al 3 de enero. Tiene un precio de 200 yenes.

Aunque es un jardín para disfrutar sobre todo de la primavera con sus miles de cerezos en flor, sabíamos que también podíamos encontrar los primeros arces del viaje, zonas boscosas, ordenados parterres, …más de 800 especies repartidas entre los tres diferentes jardines…

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El primero que encontramos fue el jardín japonés con su pequeño pabellón de madera, lámparas de piedra, podados setos, puentes y un estanque con islas…

Se combina con mucho arte especies de árboles caducos con perennes, se usan mantos de musgos, se juega con el agua,… se retuercen algunas ramas. En el paisajismo japonés nada se deja al azar.

Todo está calculado y estudiado para imitar la inimitable naturaleza y crear un espacio para la contemplación, disfrute, meditación… El lado zen de los japoneses hace que ellos sepan mirar de verdad, admirar y remirar,… practican algo tan sencillo y a la vez tan complejo como concentrarse en el aquí y ahora. Y estos jardines son un espacio precioso y perfecto para disfrutar del momento presente… una hoja que cae, una flor que se abre…

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Dicen que las piedras son minuciosamente elegidas, poco manipuladas, trasladadas y colocadas, exactamente como fueron encontradas en la naturaleza. Las volcánicas se usan para representar montañas, las duras metamórficas se emplean en cascadas y arroyos, …

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En ellos la arena y la grava pueden ondularse y representar el mar, o una playa o un río que fluye; las rocas duras y el agua flexible simbolizan el yin y el yang,… Son preciosos jardines repletos de detalles, paz,…y metáforas,…

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Tras salir de aquella oriental esquina donde comenzaba a asomar el otoño, el parque se abría al cielo dejando ver algunos de los imponentes edificios de alrededor. El contraste del verde con el gris me resultaba muy fotogénico.

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A ratos veíamos los 240 metros de la Docomo Yoyogi Building, el tercer edificio más alto de la ciudad y la torre reloj más alta del mundo. Al parecer el color de la iluminación de su parte superior cambia según el pronóstico de lluvias.

Es un edificio sostenible, se abastece con energía solar, facilita la separación de residuos, las aguas residuales son recicladas y reutilizadas, el agua de lluvia se utiliza para sanitarios. No tiene restaurantes, ni miradores, no es visitable, pero es todo un símbolo arquitectónico del barrio de Shibuya y de la ciudad.

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NTT Docomo Yoyogi Building. En 2002 le instalaron un reloj de 15m de diámetro para conmemorar su décimo aniversario.

Paseando por los senderos tropezamos con un par de casas de té, un vivero famoso por sus orquídeas que estaba cerrado por mantenimiento, una galería de arte, algún restaurante, aseos… estanques con puentes y carpas… y otro puñado de crisantemos color pastel…

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Camino de la salida atravesamos el bosque de las “madres y niños”, allí las raíces aéreas de los enormes árboles adoptan formas caprichosas… A veces pueden parecer personas o gnomos,… aunque a mi me recordaban a termiteros…

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En el enorme jardín había espacio para todos,… personas haciendo fotos, otras pintando acuarelas,… una sonriente anciana intentando enseñarme a pronunciar en japonés el nombre de una flor…

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Era nuestro primer jardín oficial y nos moló. Pese a estar en todo el cogollo, rodeado de grises rascacielos y grúas, se respiraba tranquilidad.

El parque tiene tres entradas, nosotros accedimos por Sendaya gate, recorrimos los diferentes jardines y salimos por Shinjuku; el corazón financiero y administrativo de la ciudad.

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Paseamos por el turístico barrio de Shinjuku. Teníamos pensado subir al mirador de la torre del Gobierno Metropolitano al atardecer, para ver las vistas con luz, disfrutar de los colores de la puesta de sol, hacer fotos en la interesante hora azul… y ver el encendido de las luces a nuestros pies… Pero al final, acabamos improvisando y decidimos subir pese a que no era ni la mejor hora, ni el mejor día.

Era temprano, estaba nublado y gris, no podríamos ver el Monte Fuji, pero como no había mucha gente, decidimos subir a disfrutar de las panorámicas vistas de 360º de la ciudad.

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Diseñado por el arquitecto Kenzo Tange, 1988 -1991

El Gobierno Metropolitano de Tokio, conocido por los locales como “Tocho” y por los turistas como “el Ayuntamiento” o “City Hall”, alberga trece mil trabajadores y recibe al año casi un millón y medio de visitas. Sus atractivos miradores son gratuitos y somos muchos los guiris que queremos subir a alguna de sus dos torres de 243m.

Tras una pequeña cola en el control de seguridad, y subir en el ascensor las 45 plantas, llegamos al acristalado mirador dominado por mostradores de venta de recuerdos, una cafetería y turistas danzando de acá para allá. Un anciano japonés enfundado en un chaleco azul eléctrico y armado con una sonrisa y una carpeta, se acercó a nosotros. Tras hacer un par de reverencias, presentarse en un correcto inglés y preguntarnos de dónde éramos, se convirtió en nuestro amable y espontáneo guía.

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Japón es el país del mundo con mayor esperanza de vida y el más envejecido, sin duda, la llamada tercera edad es una curiosa generación. Excelentemente programados para levantar un país después de devastadoras guerras, tan tan tan bien programados para siempre sumar en sociedad a la sociedad, … que cuando se jubilan, se siente socialmente inútiles, desplazados… y son muchos quienes no saben llevar bien la jubilación.

Se habla mucho del elevado número de suicidios entre los asalariados japoneses, pero las cifras de suicidios en jubilados también son llamativas. Al parecer la soledad se está convirtiendo en una epidemia en muchos lugares del mundo. Hace poco leía en la prensa que los ancianos japoneses comienzan a delinquir para ir a la cárcel, algunos para estar acompañados, otros porque sus pensiones son pequeñas…
También leí que algunas empresas, como está ocurriendo actualmente en Nueva Zelanda, se están planteando la jornada laboral de cuatro días para aumentar la calidad de vida y la conciliación familiar.

El gobierno estudia aumentar la edad de jubilación voluntaria a los 75 años. Y permite que muchos ancianos sigan manteniendo pequeños negocios familiares, o colaborando como guías turísticos,… o como patrullas callejeras anti tabaco, …

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Nuestro simpático y risueño guía nos explicó que la forma algo futurista del edificio está inspirada en un chip de ordenador y en una catedral gótica. Curiosa mezcla ☺ . Nos dijo que fue el edificio más alto hasta 2007, actualmente es el tercero de la ciudad, y el noveno del país. A los japoneses les encantan los rankings y las listas ☺

Disfrutamos de las panorámicas vistas de 360º y atendemos a las explicaciones. Un dedo arrugado nos señala el Hotel Park Hyatt y el abuelo nos habla de Scartlet Johansson, Bill Murray y del rodaje de la película Lost in Traslation en el rico hotel,…

Vemos la ya conocida Tokyo Tower, la prominente cubierta del deportivo Tokyo Dome apodado como “el gran huevo”… el verde santuario y el jardín donde estábamos al comienzo de la mañana,…

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Nos habla de la llamativa Cocoon Tower que, con pinta de literal capullo, es un innovador centro universitario, cuenta con importantes sistemas antisísmicos y con una cubierta capaz de abrirse y desplegar un helipuerto.
Aunque los locales le llaman el capullo gigante, su nombre completo es Mode Gakuen Cocoon Tower, y fue elegido en 2008 como rascacielos del año.

Cuando se convocó el concurso para el diseño y construcción del edificio, el único requisito que se puso es que no fuera rectangular. Y ganó este futurista diseño elíptico y algo metafórico, pues según su autor, en su interior se nutren y crecen diez mil estudiantes. Nuestro guía nos dijo que este campus vertical de 50 plantas, actualmente alberga una escuela de moda, otra de tecnología y diseño, y una escuela de bienestar médico. Un super campus de 200m de altura perfecto para hacer la metamorfosis ☺

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También es obra del gabinete de Kenzo Tange.

El día estaba neblinoso y gris, sabíamos que no veríamos el monte Fuji, pero nuestro guía lo solucionó rápido sacando de su carpeta un simpático origami con forma de volcán. Su mano sostenía contra la ventana la pequeña papiroflexia mientras nos contaba que cuando las condiciones meteorológicas acompañan, era posible ver a lo lejos el emblemático y sagrado Monte.

Nos habló de los numerosos incendios y devastaciones sufridos en la ciudad con viejo corazón de madera, nos señaló su barrio, usaba los planos y mapas de su carpeta para ubicarnos calles, distritos… Disfrutamos de las vistas molonas y de la compañía de un guía muy simpático y agradable. Él fue el único japonés de todo el viaje que se despidió con una clásica reverencia y un caucásico apretón de manos.

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Se pueden hacer fotografías sin usar trípodes, ni palos selfies. Los cristales hacen que quizás este no sea el mirador más molón para el tema fotos, por aquello de los brillos, pero es gratuito. Hay muchos más en la ciudad, quizás el más interesante por no tener cristales sea el mirador del Roppongi Hills, cuesta unos 18 euros aprox. Aquí los fans de las alturas podéis echar un vistazo a todos los miradores de la ciudad y obtener más información de horarios y precios

Las torres del Ayuntamiento son dos torres gemelas, la Norte y la Sur. Las vistas son muy similares, aunque hay quien dice que desde la Sur las vistas son quizás algo más molonas. Nosotros visitamos la torre Norte, pues la Sur estaba cerrada por mantenimiento desde el 1 de septiembre de 2018 hasta la primavera de 2019.

El observatorio Norte abre de 9:30 a 23h y cierra el segundo y el cuarto lunes de cada mes. Un horario perfecto para alargar el atardecer y disfrutar de las vistas nocturnas.

Mientras que el observatorio Sur, abre de 9:30 a 17:30h (hasta las 23h en caso de que el observatorio norte estuviera cerrado). Cierra el primer y tercer martes de cada mes (siempre al día siguiente si el día de cierre coincide con un festivo nacional).
Ambos miradores cierran: del 29 de diciembre al 3 de enero (excepto el 1 de enero) y en días de inspección ocasionales. En su web podéis consultar los horarios y las incidencias puntuales por mantenimiento/obras/eventos.

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Tras despedirnos del guía, deambulamos a nuestro aire haciendo algunas fotos, estampé en mi libreta un rojo sello molón del edificio,… y nos fuimos a explorar los alrededores.

Al salir nos tropezamos con algunas esculturas callejeras, nuevas perspectivas de fotogénicos rascacielos,…y con el parque Shinjuku. Un parque muy frecuentado por trabajadores a la hora del almuerzo, y por personas sin hogar que construyen sus chabolas con azules lonas de quita y pon. Bajo la mirada pasajera y somera del turista no se ven muchos, pero existen, casi todos eran hombres y muchos eran ancianos.

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Abandonamos el centro financiero y nos adentramos un poco más por el barrio de Shinjuku. Desaparecen las acristaladas oficinas y aparece el ocio con forma de cines, bares, restaurantes,… Mil ofertas alrededor de su enorme y muy transitada estación. Con 38 andenes y 200 salidas, Shinjuku aparece en el Libro Guiness de los Records por ser la estación más utilizada del mundo, se estima que un promedio de tres millones de personas pasan por ella a diario.

La salida Oeste lleva a la parte administrativa del barrio dominada por rascacielos, la Este desemboca en la zona de ocio y consumo, allí encontramos centros comerciales, karaokes,…tiendas de electrónica … de moda, tiendas indefinidas…

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En este barrio está el distrito de Kabukicho, uno de los barrios rojos de la capital. A su alrededor existe un entramado de curiosas callejuelas, como el callejón Omoide Yokocho, el Golden Gai, y el barrio coreano de Shin Okubo, repletos de bares de tapeo nipón, restaurantes,…

Música estridente que proviene de comercios, un ajetreo de personas cargadas de bolsas, un momento de pausa para comer algo y ver la vida pasar, y ponemos rumbo a Shibuya, otro de los 23 barrios turísticos de Tokio.

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La concurrida estación de Shibuya nos vomita a una ambientada plaza, donde las personas esperan, vienen y van, entran y salen… estamos en la mini plaza de Hachikō.

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Hachikō fue un perro que, allá por 1925, esperaba todos los días a que su dueño regresara del trabajo, y cuando éste falleció, el perro siguió allí esperando todos los días durante 10 años hasta su muerte. La estatua se erigió en 1934, se han hecho películas sobre él, y hoy es un típico punto de encuentro entre los tokiotas y los turistas que hasta hacen cola para fotografiarse junto a él.

Aunque la original y algo sosa estatua es muy querida por los tokiotas y turistas, a mi me hizo sonreír este otro Hachikō que nos cruzamos por las tripas del barrio.

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El cuerpo del perro fiel y cinematográfico se conserva disecado en el Museo de Ciencias.

Shibuya es el centro de la moda joven, del entretenimiento y del consumo… y alberga el paso de peatones más concurrido del mundo, se estima que más de un millón de personas cruzan a diario por él.

No soy de multitudes, y cuando preparaba el viaje, confieso que no le veía ningún atractivo a esto de asomarse a un loco cruce plagado de pasos de peatones. Sigo sin verle el atractivo, pero es que en algún momento se acaba cruzando por allí sí o sí, es el cruce principal para llegar desde la estación al corazón frenético del barrio de Shibuya.

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El famoso cruce de Shibuya parece que también es conocido como Scramble Kousaten.

Y allí estábamos nosotros, en uno de los 5 pasos de peatones del famoso cruce. Rodeados de locales, de un puñado de sonrientes turistas, media docena de enormes pantallas, músicas solapadas,… Todos en una cola desparramada como un aluvión fluvial… quietos, preparados, listos, ya…

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Y entonces la inmensa y negra marea humana sincronizada inunda el asfalto en todas las direcciones. Predominan las trayectorias rectas y las diagonales, …y somos muchos los turistas que hacemos fotos, …algunos giran sobre sí mismos para grabar 360º, otros se hacen selfies, otros se desmarcan…

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Dicen que con tanto tráfico, gentío, megapantallas y luciferios el lugar recuerda a la neoyorkina Times Square. Yo solo sé que formando parte de aquella literal marabunta, corroboré algo que había sospechado desde el comienzo del viaje…

… Y es que creo que el 99,999999% de los peatones japoneses tienen un superpoder, y es el superpoder de la esquiva. No sé si será un don natural, una adaptación al medio, o si se debe al estado zen de plena consciencia… pero caminando por las abarrotadas estaciones observé que nunca jamás se tocan, ni tan si quiera se rozan una manga, …Y aunque parezca que vais a chocar como dos cometas, ellos evitarán la colisión con una oportuna esquiva. Los plutónicos parece que llevan algo regumal el tema del contacto físico…cada sociedad tiene sus particularidades.

Recuerdo que en mitad de toda aquella riada humana había un chico con un cartel que indicaba que regalaba abrazos… Sonreía entusiasmado esperando personas… y a mi me pareció el peor país del mundo para regalar abrazos. En 21 días por el país no vimos ninguna expresión en público de afecto, cariño, amor,… en Plutón parece que no abundan los besos, los abrazos,…

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Allí se separa mucho mucho la vida pública de la privada, hay una forma de comportarse en público y otra diferente en la intimidad o cuando hay alcohol por en medio. Para esta dualidad incluso emplean términos específicos; tatemae es la apariencia pública u oficial, y honne son los verdaderos sentimientos o intenciones. Los japoneses aprecian más la armonía en las situaciones públicas que la sinceridad y la expresión abierta de verdaderos sentimientos y opiniones. La conducta apropiada que debe mostrarse en cada situación pública, depende de las circunstancias y está culturalmente establecido.

Hay un proverbio japonés que dice que en verdad todos tenemos tres caras:
La primera es la que mostramos a todo el mundo…
La segunda cara sólo se muestra a los seres más cercanos…
La última cara no se la muestras a nadie. Esa cara es exclusivamente para ti. Es el único y más real reflejo de quien eres. Es la que te da paz, o no te deja dormir.

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Había leído que en la segunda planta del edificio Tsutaya hay una cafetería de la cadena Starbucks perfecta para ver el famoso cruce desde las alturas. Subimos, y desde aquella nueva perspectiva… a ratos los peatones me parecían oscuros tsunamis enfrentados dispuestos a chocar en busca de sus orillas, a ratos parecían personajes de un extraño videojuego,… a ratos un frenético hormiguero al que hubieran echado veneno… a ratos confirmaba que el mundo está muy loco…

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Luego callejeamos por la calle principal, Center Gai, repleta de jóvenes y alegres consumidores en busca de moda, comida, ocio, color. Un barrio muy fashion donde se dicta la moda juvenil, con calles que rebosan de tiendas y neones… Muy recomendable verlo de noche, cuando literalmente reluce radiante y vibrante. Shibuya es un barrio que vibra, y hay que callejearlo de noche para tomarle el taquicárdico pulso.

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También mola visitar Shibuya al atardecer, para verlo con los neones dormidos y luego verlo iluminado y coloreado.

Aunque no seamos muy fan del consumo desmadrado, la observación de escaparates y la exploración de algunas tiendas, se pueden convertir en una atracción en sí misma, en una pequeña aventura. Las hay muy curiosas, algunas laberínticas, otras claustrofóbicas, inmensas, diminutas, con dependientas disfrazadas,…

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Cuando la aceleración es máxima, y el ritmo satura, agota, es tan fácil como callejear un poco y salirse por la tangente. Abandonando la calle principal aparece la calma, y así fue como en una tranquila perpendicular nos encontramos con la colina de los llamados Love Hotel. Su nombre ya da pistas, son hoteles que funcionan por horas, o noches, muchos de ellos con habitaciones temáticas y casi todos con fachadas peculiares y horterichis.

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Los hay de temática anime, con trozos de maleteros de coche,…con paisajes naturales, sado,…se pueden alquilar disfraces,…

Sus impecables habitaciones insonorizadas suelen tener consolas de videojuegos, karaoke, jacuzzi …, sillones de masaje, …capos de coches, disfraces,…
Es tan amplia y molona la oferta de ocio y amenities, que atrae cada vez más a diferentes colectivos, como amigos que acaban allí un día de fiesta, o se reúnen en un cumpleaños, turistas que llegan sin alojamiento reservado e improvisan… matrimonios que buscan una intimidad que no tienen en sus mini pisos…

Por lo que he leído, están en recisión y han perdido mucho de su esencia ochentera, pero se reinventan, se adaptan, y siguen siendo una industria muy importante, generando unos ingresos que duplican a los billonarios del mundo manga/anime. En Tokio hay unos veinticinco mil, y son los negocios que más impuestos pagan en todo el país.

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Tras un rato entre horterichis cisnes de mármol, Venus griegas, neones, fuentes,…carteles de full, full, full…volvimos a las animadas calles principales.

Maridín tenía ganas de echar un vistazo a los juegos de Realidad Virtual, y entramos en un centro de juegos recreativos con algo de VR.
Quizás no escogimos bien, pero lo ofertado nos parecía poco tecnológico para ser Japón-Plutón, y además no era barato. Había gafas de realidad virtual y algunos complementos como un arnés, una alfombra voladora, una tabla de surf … pero en el folleto que nos dieron veíamos los escenarios digitales algo rústicos.

No nos convenció probar la experiencia, y acabamos jugando una partida a algo más tradicional. Dudamos si aporrear unos enormes tambores o unos botones de colores, o disparar armas del futuro… y acabamos jugando una partida a Mario Kart, que debía estar amañada porque ganamos… debía ser la segunda vez que jugamos en nuestra vida.

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Al salir buscamos una tienda que quería visitar, se llama Tokiu Hands, y en ella me hubiera pasado media vida… y eso que no soy de tiendas ☺ pero me pierden las papelerías. Ocho plantas con libretas, bolis, plumas, acuarelas,… gadgets molones para el hogar/salud/oficina/regalos… el paraíso del “hazlo tu mismo”.

Allí me enamoré de muchísimas cosas en la sección papelería… pero también me enamoré de un oportuno sillón de masaje ☺ que, a aquellas horas de la tardenoche, tuve la feliz idea de probar y me dejó nueva.

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Genki Shushi. Shibuya

Tras el masaje improvisado y comprar algunos materiales, callejeamos buscando algún sitio para cenar. La oferta es amplia, nosotros aquella noche acabamos comiendo sushi en un restaurante bastante telemático. Pides a través de una pantalla digital a modo de tableta, y el pedido te llega solito en una pequeña cinta transportadora.

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Cansados del mucho pateo, echamos un último vistazo al joven barrio… y entramos en un mandarake. Es una cadena muy conocida por los amantes del mundo manga y anime. Un paraíso de figuras, comics, cintas VHS, dvds,…disfraces, llaveros… perfecto para los coleccionistas, fan de idols y frikis… Nosotros entramos a la búsqueda de un Mazinger Z que nos habían encargado.

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Era un subterráneo de un par de plantas, con claustrofóbicos pasillos atiborrados… una cajera disfrazada… y millones de objetos…

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Sobrestimulados del estrecho mandarake, entre cables y neones, fuimos regresando a la estación. Cruzamos de nuevo el salvaje paso de peatones, atravesamos la plaza donde aún seguía el muchacho que regalaba abrazos, …el photocall del perro fiel seguía a tope… y la estación vomitaba y engullía pasajeros.

Recuerdo que en el trayecto, vimos desde el metro una bonita zona con árboles iluminados con leds que imitaban a las flores del cerezo. Era una larga avenida paralela al río Sumida y llegaba hasta nuestro hotel, así que cuando nos bajamos nos fuimos a explorar la zona.

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Paseamos un rato junto al luciferio en los márgenes del río, rodeados de las siluetas de los rascacielos, …el lugar está tranquilo, alguien corre, alguien pasea a su perro, hay gradas con vista a los edificios, a los trenes… un pequeño parque, … y una mini galería de arte.

Y entonces fue cuando me acordé de una de mis misiones lúdicas y viajeras. Si me has leído recordarás que quería gamificar el viaje a Plutón-Japón ☺ y una de las cosas que debía hacer era dejar un cuadro de mi hermano en algún rincón del país… ☺ Y aquí, junto a la orilla del río Sumida, en pleno corazón de Tokio, a la puerta de aquella mini galería, dejé su cuadro.

Allí son tan honestos y civilizados que todo se deja en su sitio o acaba en la oficina de objetos perdidos… , así que esta vez lo acompañé de una nota mía para dejar claro que si alguien lo encontraba era suyo, era un regalo desde España.

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Había sido un largo martes. A esas horas mis pies, cargados de las maravillosas tiritas Compeed ampollas, fantaseaban con el chachi onsen del hotel ☺ Nada mejor que el buen sabor de una misión cumplida y el tradicional baño japonés, calentito y reponedor, para acabar el largo día.

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Fotos de Booking que en los onsen está prohibido 😉

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8 respuestas a “Qué vimos en Japón: Nuestras primeras 48 horas en Tokio

    1. Madre mía, qué día tan bien aprovechado!! Cuantos contrastes y qué diferente todo…

      Gracias por compartirlo, una info de mucho valor. Por cierto, sabes que estoy guardando todo esto, ¿verdad? 😀

      Besitos fuertes.

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      1. ¡¡Hola mi linda Salo!! Un día muy aprovechado… y eso que nuestra velocidad de crucero es más baja que la media 😀
        Los contrastes están literalmente a la vuelta de cada esquina 🙂 Guarda la info que ya caerá la curiosa y diferente nipolandia 😉 y me tendrás cerquita para las dudas 😉
        GRACIAS a ti por pasear conmigo, un abrazo grande y besos sabáticos! Buen finde compañera!!

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  1. ¡Madre mía, qué esplendido y exhaustivo reportaje textual y gráfico! Desde luego, debéis ser unos todo-terreno y con un aguante físico soberbio. En un día hicisteis un recorrido que yo, incluso con unos cuantos años de menos, habría preferido hacer en una silla mororizada, jajaja.
    Qué bien eso de darnos a conocer la diferencia entre templo (budista) y santuario (sintoísta). Ahora bien, me ha encantado tu recomendación (más práctica imposible) para saberlos distinguir: la presencia o aiusencia de un Buda, jeje. Y lo de la terminacion en ji para también identificar a los templos me ha hecho gracias. ¿De dónde procederá, pues, el término emoji?, jajaja.
    Sabía, pero ya me ha quedado superclarísimo, que Japón es un país de grandes contrastes. Como ya te dije en una entrada anterior, yo me quedo con la relajante visita y contemplación de sus templos, santuarios y, sobre todo, de sus bellísimos parques y jardines. Y esos colores otoñales… una maravilla. Paz, tranqullidad, sosiego. ¿Qué más pedir?
    Es una verdadera pena que, entre tanta filosofía oriental, la sociedad nipona haya «degenerado» en una sociedad tan moderna que hasta ha adoptado los males de la vida actual: la soledad y la depresión entre la población anciana.
    Me has hecho recordar que en un patio lateral del edicio central de la Universidad de Barcelona hay un enorme Ginkgo, del que todavía guardo una hoja. Siempre me ha cautivado esa antiquísima especie vegetal. Así que debe ser muy llamativo estar rodeado de tantos ejemplares.
    Aunque también comenté que esas grandes y abarrotadas ciudades me agobian, prefiero, de todos modos, los barrios antiguos, de nivel medio o populares, más que el típico downtown financiero y de rascacielos, por muy espectaculares que sean. Me gusta verlos y punto, pero para callejear no hay nada mejor que lo auténticamente típico y así conocer mucho mejor a sus gentes y costumbres.
    Seguro que me dejo cosas por decir, jeje, pues a medida que iba leyendo tu crónica, se me ocurrían comentarios, pero ahora que he llegado al final del relato, se me han olvidado, jajaja.
    En fin, que me ha encantado este relato tan detallado y personalizado.
    Ah, sí, se me olvidaba decirte que hubeiras podido aprovechar para darte a conocer como «garabateadora», quizá te habrían comprado alguna de tus preciosas garabatas para exponerlas en alguno de esos comercios tan originales.
    Un abrazo.

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    1. Pues te diré compañero 🙂 que nosotros viajamos tranquilos 🙂 cada vez más… te aseguro que hay quien optimiza más el tiempo, pero ya se convierte en una especie de contra reloj que personalmente no nos mola.
      Los barrios tradicionales tienen mucha solera 🙂 te encantarían. Y sí, los parques, jardines, bosques… están en nuestro top viajero 😀 con el plus del momiji lucían espectacular 🙂
      Momiji, volvemos al -ji 😀 jajajaja
      De los emoji te puedo decir que tienen un origen nipón 🙂 si te fijas, muchos de ellos son de inspiración nipona… desde el decir «no» cruzando los brazos en el pecho, …pasando por la mascarilla 😀 jajaja… De la etimología ni idea 😀 a ver si el compañero What se pasa por aquí algún día y nos arroja luz 🙂
      El gynkgo es precioso y especial 🙂 ahora yo también tengo una hoja como tu 😉 Le han dado mucho color al viaje.
      Los humanos somos bastante perfectos 😉 pero imperfectos 😉 …con lo cual no creo que exista una sociedad «ideal» «perfecta», todas tienen su cara B… Los plutónicos son admirables en muchas cosas, y en otras…no tanto. Las nuevas generaciones niponas parecen algo más relajadas, con nuevos enfoques y proyectos de vida que no se centran solo en el trabajo…pero la soledad de nuestros mayores parece una epidemia social mundial 😦 A mi también me da pena.
      😀 jajaja ya te contaré que garabato dejé por allí 😉 … algo dejé pero poca cosa 🙂
      Allí confirmé que una idea garabatil, que me ronda la cabeza hace algún tiempo, molaría 🙂 no sé si tendría éxito, pero sí un mercado potencial … 😦 Pero ni idea de como podría acceder a ese mercado desde internet… me pierdo en esas cuestiones mercantiles 😦 sigo necesitando un had@ madrin@ que controle de marketing 😦 de estos menesteres.
      Mil gracias por pasear conmigo por las calles de Tokio 🙂 me alegra que te haya gustado el paseo 🙂 Un abrazo enorme.

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