Encaramada a una loma gaditana se encuentra una joyita con forma de pueblo blanco y ritmo pausado, se llama Vejer y se apellida de La Frontera.
Desde las alturas del municipio pueden verse distintas panorámicas, hay varios miradores, y en uno de ellos habita una particular escultura dedicada a la mujer vejeriega, a la históricamente llamada cobijada de Vejer, “cobijá” en andaluz.

Antiguamente las mujeres de Vejer vestían estos oscuros ropajes, compuestos de sayos pesados y una especie de mantón negro que, a modo de velo, tapaba todo el rostro menos el ojo izquierdo.
Aunque se asocia a la cultura islámica, andalusí, era un atuendo de origen castellano. Lo han usado en muchas localidades, en la vecina Tarifa existieron las tapadas o “tapás”, también en la cercana Conil, incluso en la orilla americana lo vistieron las mujeres limeñas.
En Vejer el oscuro ropaje perduró en el tiempo, hasta que en 1936 se prohibió su uso. Las autoridades consideraban que por las características del traje, podían servir para enmascarar delitos, hurtos y robos,… llevar armas escondidas bajo las amplias ropas, ocultar identidades…

Aunque parecía un traje algo rústico y austero, las apariencias engañan. Dependiendo del poder adquisitivo, variaban mucho las calidades de los encajes de la blanca camisa que se llevaba debajo, de las tiras bordadas de las enaguas, del forro de seda, las joyas … Todo quedaba oculto, hasta que dejaban caer hacia atrás esa especie de velo, casi capucha.
De un tiempo a esta parte, se intenta recuperar la tradición y usan el histórico traje en las fiestas patronales que se celebran en el municipio gaditano del 10 al 24 de agosto. Las nuevas generaciones millennials llevan los oscuros sayos cosidos por madres y abuelas contentas de que una tradición muy made in Vejer no se pierda.

No era un burka, aunque la base de su uso era el recato y la modestia, dicen las vejeriegas que tenía su punto práctico al protegerlas del mucho viento de la zona y que le veían más ventajas que inconvenientes. Me resultó curioso saber que algunas mujeres veían en el cobijo cierta libertad… al parecer, no era una capa de invisibilidad, pero casi casi 😉

La localidad celebra en primavera un concurso de patios, balcones y fachadas, la feria en verano, una noche de velas, se come rico, se practica parapente… hay murallas, molinos, arcos, iglesias,… y algunas de las mejores playas de Cádiz casi a sus pies. Aquí puedes consultar todos sus encantos. Si pasas por la provincia, no te pierdas este pueblo blanco encaramado a una loma gaditana.
Había oído hablar, o mejor dicho había leído algo sobre esta vestimenta que, aunque no lo fuera por su objetivo, se parece a un burka. Resulta curioso y abrumador el contraste del color negro del vestido con la blanqura resplandeciente del entorno, un entorno, por cierto, maravilloso. Cuando hice mis prácticas de alférez en Jerez de la Frontera, tuve ocasión de visitar bastantes localidades de Cádiz (incluyendo, cómo no, su capital, «la tacita de plata») y quedé prendado de todas ellas.
Me parece bien que la juventud quiera mantener viva esa tradición, pero espero que solo sea durante las fiestas locales, jeje.
Un abrazo.
P.D.- Por cierto, juraría que dejé un comentario en tu anterior entrada, pero veo que no solo no está el mío sino que no hay ninguno, cosa harto extraña. ¿Acaso no has hecho los deberes?, jajaja.
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Me gusta imaginarte pululando por mi provincia compañero de teclas, y me alegra mucho saber que te prendaste de sus encantos 😉 la trimilenaria Cádiz tiene mucho que ofrecer. Mantener tradiciones que no implican maltrato mola, son parte de nuestras raíces y personalmente creo que las raíces son útiles para no perder nuestra conexión con la tierra que nos sostiene 😉 Un abrazo
P.D.: Ya sabes que soy muy blog-formalita 😉 dejé las entradas programadas antes de viajar a las antípodas, pero los comentarios los respondo con calma y tranquilidad cuando llego a casa 😉 y hoy recién aterrizada os contesto a todos y os doy mil gracias por vuestro tiempo y por estar siempre cerquita.
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Doy fe, Cuando estuve en Lima me contaron que las mujeres utilizaban este atuendo, pero no sabía nada de que en Vejer también. Que curioso.
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Aunque al parecer las limeñas usaban unas telas más coloridas las similitudes eran muchas 🙂 me alegra que te haya parecido curiosa la entrada compañero de teclas. Un abrazote.
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Gracias es una curiosa costumbre, que en lago se asemeja a otra gallega, allí era para evitar que se oscureciese la piel mientras trabajaban en el campo. Un besazo.
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Sabía que en Galicia se usaban, pero desconocía que era para mantener la blancura de la piel (y sospecho-intuyo que no delatar el status social de ser campesino). Gracias por sumar compañero de teclas. Un beso con sabor a jet lag y un abrazo pálido 😉
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Desde Lima, donde las «tapadas» son una tradición virreynal que creo singulariza en América, a esta llamada la Ciudad de los Reyes…🇵🇪
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Como bien dices es algo singular, un sello de identidad, y me pregunto si allí en Lima en alguna festividad aún se mantiene esta vestimenta, o si se ha extinguido del todo. Gracias por sumar Manolo, un abrazo grande.
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No que yo sepa… Lima va perdiendo sus historias y tradiciones en aras del ladrillo, el hormigón y los vidrios polarizados… 😖🙈😤
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Vaya 😦 se ve que perder las raíces culturales, históricas…es una pandemia 😦
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Moral y mortal.
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Ay, no sé qué me pasa con WordPress y con Chrome que no me deja entrar en mi cuenta… espero que este comentario sí quede en la tuya…
Muy curioso lo de las cobijadas. Lo más llamativo, eso de que dejen sólo un ojo al descubierto. Al final acabarían todas con problemas en la vista. Y más curioso aún que en este tiempo de feminismo en auge, las millenials quieran llevar este tipo de atuendo… qué paradójica es la vida y el mundo en general.
Como manera de conservar las tradiciones lo veo bien pero como forma de vida, va a ser que no…
Abrazotes a cara descubierta 😉
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Por aquí se te lee alto y claro maifrén 🙂 espero que hayas podido solucionar los «tecnoproblems».
jajaja yo también sospecho que debían tener, como mínimo, el ojo derecho vago jejeje 😉 Pues sí es curioso como algunas tradiciones se extinguen, otras resucitan, otras se mantienen pese a ser crueles… Sin duda la antropología está llena de millones de paradojas,… ya sabes que creo que el ser humano es un animal raruno 😉 somos más raros que los ornitorrincos 😉
Besitos grandes a cara descubierta of course 😉
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Se me olvidaba… mola tu experimento digital… 😍😍😍😘😘
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Gracias mi linda maifrén 🙂 No sabes cuanto me alegra leer que te ha molado mi Cobi 2.0 😀 😀 😀 confieso que me hizo mucha gracia el «infundio» de mi Musa 😀 y que te haya gustado me motiva 😉 .
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