Aquella mañana de noviembre comenzamos temprano en la Estación Central de Kioto rumbo a la localidad de Himeji. Queríamos visitar su castillo declarado Patrimonio de la Humanidad, pasear por el jardín Kokoen, y acercarnos a conocer los templos que habitan en el Monte Shosha. Todo a poco más de una hora de Osaka o Kioto, y cubierto por el JRPass.
Para llegar desde la estación de Himeji hasta el castillo y al jardín se puede caminar 1km, o por 100Y usar el bus. Nosotros a nuestra llegada compramos un Pase que incluía los buses urbanos y el teleférico para subir las laderas del Monte. Se llama Shoshazan ropeway, nos costó 1400Y, los venden en el mostrador de billetes de la Terminal de autobuses Shinki, frente a la Estación Himeji.
Una ciudad medio dormida y medio nublada nos da la bienvenida. Usando el Pase subimos en bus hasta el cercano castillo.
De lejos ya se ve imponente. Y es que Himeji, no es un castillo cualquiera, dicen que por su tamaño y estado de conservación es el castillo feudal más bonito de todo Japón. Está declarado Tesoro Nacional, tiene más de 400 años, su construcción se completó en 1609, y en 2015 lo restauraron y abrieron completamente al público. Llegó a ser uno de los edificios de madera más grandes del país, y debido a su aspecto estilizado y color, es llamado “el castillo de la garza blanca”.
A diferencia de otros muchos, no sucumbió a terremotos, ni a incendios, ni a guerras, es uno de los doce castillos originales del país, y uno de los más populares y visitado junto con el castillo de Matsumoto y el de Kumamoto.
Como siempre que vayamos a visitar un Patrimonio de la Humanidad en Japón… recomiendo madrugar para evitar la guiri marabunta. Cuando llegamos aún estaba cerrado y apenas había cola para comprar las entradas, las tiendas de los alrededores comenzaban a abrir, la mascota del castillo pululaba por allí… No tuvimos que esperar mucho, compramos los tickets y entramos. Cuesta 1000Y si se visita solo el castillo, y 1040Y si se combina con el vecino jardín Kokoen. Aquí podéis actualizar precios y horarios.
Un laberinto de estratégicos callejones plagados de esquinas, recovecos, puertas falsas… nos llevan hasta la entrada principal del edificio. Nos recibe la penumbra y unas cuantas escaleras empinadas y estrechas diseñadas para complicarle la vida al enemigo.
Todo el interior del edificio está prácticamente vacío, apenas hay unos cuantos armeros sin armas, algunas maquetas, …y carteles bilingües que explican la construcción del castillo, un poco de su historia, la reciente renovación,…
La torre principal tiene seis plantas, a medida que asciendes las salas se estrechan. Se puede subir hasta la última donde protegían y mantenían a salvo al emperador en caso de asedio o peligro.
Nos fuimos asomando a casi todas las celosías, la ciudad de medio millón de habitantes se desparramaba a nuestros pies, y desde las alturas podíamos ver de cerca los detalles de los bonitos y estilizados aleros.
Cuenta la leyenda que los peces que posee en sus tejados son protectores frente a los incendios. Toda la ciudad de Himeji se incendió tras los bombardeos, …toda, menos el castillo, que al parecer fue protegido por las legendarias carpas.
La mayoría de los castillos nipones tienen unos interiores muy diáfanos, por no decir “espeluchis”. Algunos han sido el escenario del rodaje de series locales y películas, aquí se rodó Ran la peli más cara de Kurosawa, y alguna imagen del exterior del castillo aparece en la peli de James Bond, “Solo se vive dos veces”.
Después de visitar el interior merodeamos por las alas del castillo, recorrimos una larga galería anexa donde al parecer residió una princesa. Las habitaciones están también bastante “espeluchis”, pero las vistas y perspectivas del castillo desde las muchas ventanas, son interesantes y siempre diferentes.
En los terrenos de la fortaleza había unos ochenta edificios conectados por los sinuosos pasillos en zigzag. En los alrededores inmediatos vivían los samuráis, cerca de las puertas se instalaban los mercaderes y artesanos para abastecer y ofrecer servicios, y lejos, en las afueras, se desparramaba el ocio.
Aquí no encontré muchos colores de otoño, no es un lugar para disfrutar del momiji, pero me conformo con los puñaditos de hojas de colores que le sentaban genial al blancogris castillo. Las muchas ramas desnudas de los árboles me recuerdan que Himeji, es un lugar perfecto para disfrutar de la floración del cerezo a principios de abril.
Nos acercamos a sus pies, paseamos por las zonas ajardinadas… observamos los muros, los detalles… y las molonas vistas desde todos los posibles ángulos…
Si te apetece una perspectiva y experiencia diferente, puedes navegar por su foso. Si te molan las perspectivas aéreas, atención que en Japón el uso de drones está multado y prohibido en todas las zonas habitadas.
A veces, coincidiendo con algún evento o con los cambios de estaciones, pueden decorar las fachadas del castillo con juego de luces nocturnos. Cuando salimos estaban preparando un espectáculo. Aquí os dejo la web oficial donde podéis consultar las actividades programadas.
Sin duda el castillo merece una visita, tiene su historia, su mucho encanto y es fotogénico,… di tu que si hay una novia posando…no cabe duda de que el lugar es fotogénico a tope 😉
Nos despedimos del castillo con un hasta luego y pusimos rumbo al cercano jardín Kokoen. Saliendo por la puerta principal, llegamos caminando en un breve paseo de apenas cinco minutos.
Aunque es un jardín joven y pequeño, es muy molón, y en él se reúnen muchos de los elementos del paisajismo japonés; desde estratégicas piedras, a estanques con islas, puentes, musgo …
Tropezarás con tranquilos arroyos, saltos de agua, con las clásicas y omnipresentes carpas multicolores…
…reflejos curiosos,… una romántica galería de madera …
Fue construido en 1992 y posee 9 jardines de diferentes estilos separados por murallas. Hay alguna casa de té, una zona con retorcidos pinos, un mini jardín de bambú, flores, plantas aromáticas…
Aquí sí encontramos rincones muy “momijinicos” y molones, los colores del otoño relucían en las copas de los arces, fue un agradable paseo donde incluso vimos una garza que se acicalaba y que me regaló un momento muy nipón.
Tras la colorida visita, justo en la acera de enfrente, tomamos el bus incluido en el Pase que nos llevaría a los pies del Monte Shosha.
Si se quiere ir directamente al Monte desde la estación, el bus cuesta sin pase 270Y el trayecto, o se puede llegar andando unos 15-20 minutos.
A la cima se puede subir caminando desde su base, es un ascenso breve, 1,5km, pero con un importante desnivel, dicen que se tarda una hora o dos dependiendo de tu ritmo. Lo más habitual es subir en el teleférico, cuesta 600Y por trayecto o 1000Y si se compra ida y vuelta.
El funicular cierra puntualmente por mantenimiento a mediados de diciembre y en febrero o marzo. Aquí puedes actualizar precios, fechas y horarios para afinar la puntería.
Compramos por 500Y el ticket para visitar la zona de templos Engyoji, usamos nuestro Pase, entramos a la cabina, y en un suspiro llegamos arriba. Había esperando un par de pequeñas shuttles que por otros 500Y te llevan y te traen a la zona de los templos por una pista paralela. Práctico para cuando se tiene mucha prisa, o movilidad reducida, o para cuando ha llovido y el terreno resbala… Pero nosotros habíamos venido a pasear sin prisas por la montaña, no queríamos hacer un llegar y topar, queríamos disfrutar del camino. Sabíamos que la pendiente sería larga y constante, pero es suave, resulta fácil, y la llevamos muy bien.
La tibetana campana de la Misericordia nos da la bienvenida, y una fila de clásicos dibujos y 33 esculturas de la diosa Kannon nos acompañan en el primer tramo del sendero.
Leí que cada escultura proviene de 33 templos que pertenecen a una histórica ruta de peregrinación nipona, sería algo similar a nuestro “Camino de Santiago”, pero dedicado a la diosa Kannon.
Paseamos por el centenario bosque de cedros, se tarda unos 10-15 minutos en llegar a la puerta Niomon, y otros 10-15 en llegar al templo Maniden. Es un templo pequeño pero encantador, está construido en una ladera sobre pilares de madera y tiene un precioso balcón con vistas al otoño.
En los alrededores del templo hay una casa de té, alguna tienda y máquinas de vending por si alguien necesita reponer fuerzas…sobre todo en el caluroso verano.
Maniden significa “como desees”, y al parecer es tradición visitar al Buda de la Misericordia para pedirle deseos, dicen que la gema que sostiene en una de sus seis manos se encargará de cumplirlos.
Nos asomamos y paseamos por el alargado balcón, desde allí el otoño luce espectacular, fue una gran sorpresa tropezar con él y sus molonas vistas panorámicas…
Aunque más que vistas panorámicas eran vistas alucinantes ☺ estar a la misma altura que las copas de los enormes arces con aquellos colores rabiosos…rozaba más lo alucinógeno. Nos encantaron las vistas desde el bonito balcón, los psicodélicos fractales que formaban las hojas… con el cambio de perspectiva nos sumergíamos aún más en el otoño. Eran unas vistas sencillas, pero inolvidables, de las más bonitas del viaje. No te pierdas este balcón sobre todo si pasas por aquí en noviembre.
Como en todos los templos, aquí también encontramos venta de amuletos, tablillas de madera para escribir deseos, papelitos de la suerte, … olor a incienso…y una molona fuente de abluciones con un fotogénico dragón para mi colección.
Cuando pudimos salir del colorido trance, continuamos la subida hasta el complejo de tres edificios llamado Mitsunodo.
La sala principal, Daikodo, está acompañada de dos salas, una que fue el antiguo alojamiento y comedor, Jikido, y una segunda sala que era el gimnasio, Jogyodo.
Nosotros comenzamos visitando Jikido, el lugar donde vivían los monjes. Hoy la planta baja se dedica a la escritura, a copiar los sutras. Algunos turistas locales escribían con mucha concentración, algo de ceremonia y amplias vistas.
En la planta superior, las vitrinas exponen tesoros, objetos históricos, enseres cotidianos,… armas y armaduras, …esculturas rotas, … Una muestra curiosa, muy heterogénea.
Cuando salíamos del edificio, tropezamos con Tom Cruise … bueno… más bien con unos viejunos carteles con fotos de él y del rodaje de la peli “El último samurái”, justo aquí, y en los alrededores, se rodaron algunas escenas de la película.
El gimnasio es más bien una sala de entrenamiento budista, allí los monjes recitaban fervientemente el nombre Amidabutsu en modo bucle ON, mientras daban vueltas alrededor de la imagen principal, sin parar…durante días.
Son todos edificios milenarios, algunos sufrieron incendios y fueron restaurados, muchos de ellos piden a gritos una nueva restauración. Aquí la solera se transparenta en las telarañas, en las viejas cicatrices con forma de grietas, en los escalones rotos, … pero para mi tiene su encanto, me gusta.
Si se sigue caminando hacia el Oeste se puede llegar a la zona del santuario interior, Okunoin, donde se encuentran pequeños edificios y un mirador con vistas panorámicas al castillo de Himeji. Aquí te dejo la web oficial por si quieres ampliar información.
Nosotros paseamos un rato más por la zona, nos sentamos en un banco a comer nuestro picnic, y tras cotillear algunos edificios auxiliares fuimos regresando sin prisas hasta el teleférico… entre árboles centenarios, esculturas, mucho silencio y paz.
El regreso a la estación lo hicimos en bus y caminando, queríamos volver a pasear junto al castillo para decirle adiós con las luces del atardecer.
El día acababa, pasamos junto a puestos de comida, atravesamos las típicas calles comerciales cubiertas, llamadas shotengai, con sus pequeñas tiendas locales enfiladas, curiosos escaparates, viejunas librerías,…
Sobre un escenario alguien cantaba el tema estrella de Whitney Houston… y con los maníos gorgoritos a pleno pulmón del wealwaysloveyouuuuuuuuuuu… nos despedimos de Himeji y regresamos a Kioto.
Nos gustó mucho todo lo que vimos, el castillo por dentro y por fuera, el vecino jardín…pero el Monte Shosha salpicado de otoño nos encantó,… fue una bonita sorpresa en tecnicolor ☺ un complemento psicodélico y sublime. Una visita muy recomendable para disfrutar de edificios milenarios rodeados de bosque …y para tropezar con las huellas del último samurái.
Interesante la visita al superviviente castillo con sus peces y mascota 😀
Maravillosos los colores del momiji!!
Gracias por compartirlo, un abrazo otoñal (ojalá, estamos sobre 34…).
Feliz miércoles!!
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Esta combinación es muy interesante compañera viajera 🙂 el castillo es un top, el jardín un complemento perfecto y el Monte Shosha un gran olvidado que a nosotros nos momiji-enamoró.
Gracias a ti linda Salo por acompañarme desde el otro lado del frío pc 🙂 Un abrazo enorme!!
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Pues efectivamente el castillo alucinante, las fotos de los jardines incluso más. Una duda que me inquieta, los fantasmas de los castillos japoneses tienen forma de samurái?
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Me alegra que te haya gustado el paseo compañero 😀 Sin duda los jardines fueron un complemento perfecto y el monte una sorpresa muy momijinica 😀
jajaja yo los fantasmas nipones me los imagino con la cara tapada con una melena negra como la niña de la peli «The ring», pero la Wikipedia habla de varios tipos según la muerte que tuvieron 🙂 y precisamente menciona algún fantasma en este castillo 😉 parece que no tiene forma de samurái 🙂 Aquí te dejo más info sobre los yurei https://es.wikipedia.org/wiki/Y%C5%ABrei
Un abrazote y mil gracias por acompañarme a pasear entre colores y fantasmas 😉
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Que curioso.. una historia ideal en puertas de Halloween 🎃🦇🦇🎃
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😀 me alegra que te haya molado 😉 Pues sí que es una buena historia para Halloween 😀 y sería un disfraz muy original y curioso 😉
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Desde luego, el JRPass dio mucho de sí, ja,ja,ja.
El castillo es de una belleza espectacular, como también lo es el colorido otoñal de los bosques y esos jardines de cuento. El jardín japonés es muy bello y reputado y hay quien lo monta en su casa occidental.
Todas las imágenes son de ensueño. Una gran experiencia. Solo hubiera faltado que vierais a Tom Cruise en persona, ja,ja,ja.
Un abrazo.
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jajaja el JRPass lo amortizamos superbien 😀 Fue un día muy colorido y molón 😉 me enamoré de todo lo que vi 😀 sobre todo del otoño elevado a la enésima potencia 😀 Los jardines son verdaderas obras de arte, pero el Don Monte me robó un pedacito de corazón 😀 Yo creo que si Tom hubiera estado en mitad de aquel bosque ni lo hubiera visto 😀 estaba tan hipnotizada por las altas copas, él tan pequeño…yo tan absorta… 😀 que me lo hubiera perdido 😀 jajaja
Mil gracias por pasear conmigo mi querido Josep 🙂 Un abrazo grande en technicolor.
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Las fotos dan ganas de quedarse a vivir entre ese paisaje. Gracias por compartirlas. Un besazo.
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Creo que Japón debe ser uno de los mejores lugares del mundo para disfrutar del otoño 😀 Me alegra que te haya gustado 🙂 Gracias a ti querido Carlos por pasear conmigo. Un abrazo grande.
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Wow, menudo post maravilloso y bien explicado y fotos que invitan a quedarse allí.
Japón está en mi lista de viajes futuribles, aunque como la cambio a menudo, (la lista) no sé en qué número de la lista anda. 🙂
Creo que vais por vuestra cuenta, ¿verdad? ¿Cómo es de fácil o difícil viajar por tu cuenta en el país nipón? Soy alérgica a los paquetes, siempre que puedo voy por libre.
Un saludo viajero
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😀 me alegra mucho que te haya gustado el paseo 😀 y que Japón esté entre tus futuribles 😉 Te doy algunos tips viajeros para cuando lo localices en esa lista mental y lo ubiques 😀
-Por lo pronto espera a que pasen las Olimpiadas del próximo año, Tokyo 2020, serán fechas de mucha más locura.
-Si puede ser en otoño… sus colores son un superplus 😀 También la primavera, con los cerezos en flor, mola mucho 😀 Aunque siempre es buena fecha para viajar a Japón, personalmente, evitaría agosto por el mucho calor+humedad y septiembre por los tifones.
– POR LIBRE sin duda 😀 Nosotros siempre viajamos por nuestra cuenta, y a Japón también fuimos por libre, y te lo recomiendo MUCHO MUCHO!! mucho más barato y mucho más fácil de lo que imaginamos desde casa… La buenísima organización del país, la mucha seguridad, la exquisita puntualidad de trenes, la mucha amabilidad y profesionalidad nipona, …la mucha info que hay en la red …hacen que hoy día sea un destino muy fácil de preparar y es muy fácil viajar por él.
-Los precios de los billetes han bajado mucho en los últimos años. Hay vuelos directos por ejemplo desde Madrid a Tokyo que, según fechas, rondan los quinientos euros ida y vuelta 😉 con Iberia.
-Te «receto» este post de preparativos para cuando te apetezca conocer más detalles, hay muchos posts en el hilo de Asia para ampliar info.
https://tecuentodeviajes.wordpress.com/2019/01/16/preparativos-para-viajar-a-japon-por-libre/
-Y por supuesto me tendrías cerquita para las dudas viajeras 🙂 siempre es un placer charlar de viajes 🙂
Muchas gracias por acompañarme y sumar, un abrazote linda gallega!!
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Muchísimas gracias por toda la información y por quitarme esas dudas que siempre me asaltan cuando pienso en viajar por mi cuenta y a veces sola.
Siempre pensé en primavera pero la opción otoño, es una buena sugerencia que agradezco.
El 2020 un año a evitar, por supuesto.
Gracias por todos los consejos e ideas.
Besos mil. 😊😊
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De nada gallega viajera 🙂 cualquier duda silbas y aparezco 😉
El otoño y la primavera molan mucho pero también tienen cierto peaje, por ejemplo hay mas turistas y hay que reservar un poco antes los alojamientos para ahorrar unos eurillos. Pero nada grave 🙂 personalmente me compensó mucho el peaje de compartir tanta belleza, creo que Japón tiene unos de los otoños más espectaculares y especiales del mundo mundial 🙂 y es menos efímero que la floración del cerezo en primavera y por tanto más fácil de cazar 😉
Besitos!
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Creo que el otoño tiene mucho punto y tiene mayor duración que la floración de los cerezos.
Silvaré, jaja, a ver si lo hago lo suficientemente alto. 😂😂😂
Feliz puente. 😊😊
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Eso es 😉
😀 seguro que si silbas por aquí te escucho 😀 y zas!! aparezco 😉
Buen puente para ti también! Un abrazote!
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