Después de nuestra visita al Monte Fuji, dedicamos un día a conocer un poco de la bonita y turística localidad de Nikko. Está declarada Patrimonio de la Humanidad, es famosa por sus 103 edificios históricos, por su Parque Natural, y es sin duda una excursión perfecta para realizar desde la cercana Tokio.
125 km nos separan de nuestro destino. Armados con nuestro JRPass, comenzamos la mañana de aquel viernes en la tokiota estación de Gotanda, haríamos un trasbordo en Tokio Station, tomaríamos el shinkansen JR Tohoku que nos llevaría hasta Utsunomiya, allí subiríamos a un tren local de la línea JR y llegaríamos a la encantadora localidad de Nikko… Y desde ese día nosotros empezamos a usar el término; yincana ☺
En Japón llegar a los lugares es muy fácil. Es una yincana que no tiene ningún misterio, es solo tomar una combinación de metros, trenes,… en ocasiones buses y teleférico… todo muy bien sincronizado, puntual, …Pero recuerdo que aquella mañana me agobié en la enorme Estación Central de Tokio.
Coincidimos con la hora punta y aquella marabunta humana llegó a parecerme inhumana y claustrofóbica. No nos olvidemos que en el país se encuentran muchas de las estaciones más concurridas del mundo…y ésta es una de ellas. Sólo la línea Yamanote mueve tantos pasajeros al día como todas las líneas de metro de New York.
Podríamos haber dejado pasar trenes, circulan con mucha frecuencia, pero aquel día era imposible permanecer quieto esperando… la marea inhumana te arrastraba. Por suerte, no había nadie empujando para que entraran más pasajeros en los vagones y poder cerrar las puertas… aunque sí vi a un señor uniformado de gris, armado con un brazalete y guantes blancos, preparado para entrar en acción en cualquier momento.
Los “empujadores de metros” existen desde la década de los sesenta, no son una leyenda urbana. Hoy día no están en todas partes, ni en todo momento, pero aún se les puede ver en acción en las horas punta de las principales estaciones de la capital.
Aunque se piensa que es algo exclusivamente japonés, los empujadores también existieron en Estados Unidos durante más de un siglo, allí al parecer eran demasiado bruscos y eran apodados “empacadores de sardinas”.
Por suerte el trayecto en aquel vagón del infierno duró poco y llegamos pronto al moderno shinkansen y al rústico tren regional. Por fin sentados, con aire para respirar, dulce melonpan para desayunar y ventanas para disfrutar del Japón más rural.
Veo caquis secándose al sol,… algún cementerio,… un espantapájaros fugaz… un señor recogiendo repollos…
La pequeña localidad se encuentra en la entrada del Parque Nacional Nikko, un entorno montañoso repleto de bosques caducos, senderos, aguas termales, lagos y escénicas cascadas. Una pena no tener más tiempo para dormir allí una noche y poder explorar la zona. Los turistas solemos hacer un injusto paso veloz para visitar los famosos santuarios de Toshogu, Futarasan, Taiyuin y el templo budista Rinnoji.
Desde 2007 hasta 2024 andan renovando distintas zonas del enorme complejo, pero intentan hacerlo por partes y disminuyendo el impacto visual de los andamios. Son taaaantos los templos, santuarios y mausoleos que, pese a las obras, el lugar, merece una visita.
Nosotros comenzamos por el santuario de Toshogu, el más abigarrado de todo Japón. Se puede subir caminando en un paseo de apenas media hora o en bus. Existe un bonobus diario que puede comprarse en la estación a la llegada, es válido para la ciudad y sus alrededores. Aquí os dejo un enlace con más información de cómo llegar a Nikko y moverse por la zona, y aquí tenéis más info sobre los diferentes pases.
Subimos con nuestro bonobus y nos dan la bienvenida los cinco pisos de la sombría pagoda Gojunoto, un enorme torii de granito del siglo XVII, … y un bosque de 400 años que forma parte de la llamada Avenida de los cedros que, con sus 37 km de largo, está registrada en el libro Guinness de los records.

Tras pagar la entrada, se atraviesa la puerta Niomon flanqueada por dos iracundos y musculosos guardianes Nio. A estos compañeros de viaje de Buda los habíamos visto en templos, pero no en un santuario sintoísta. Y es que, al parecer, aquí los símbolos de ambas religiones estaban tan entremezclados, que fue imposible eliminar todos sus elementos cuando se separaron.
Aunque era temprano, encontramos muchos turistas y fue el primer día que coincidimos con mogollón de sonrientes escolares. Saludan, a veces se acercan para practicar inglés,… algunos vencen su pudor y nos piden fotos a los exóticos guiris occidentales, o gaijin como ellos nos llaman a los extranjeros.
Cerca de la entrada, junto a la venta de amuletos, encontramos varios almacenes de madera que se usaban para guardar bellotas, arroz,… Están decorados con unas pequeñas y coloridas tallas, y de todas ellas la más famosa es la de los tres monos que se tapan la boca, orejas y ojos. Se conocen como los tres monos sabios o místicos, y es probable que te suenen de los emoticonos de Whatsapp.
Se llaman Mizaru, Kikazaru, Iwazaru, sus nombres significan “no ver, no oír, no decir”. En general se entiende como “No ver el mal, no escuchar el mal y no decir el mal”. Sin embargo, hay otra lectura, antigua y popular, en la que los tres monos representaban la conducta recomendada de “no ver ni oír la injusticia, ni expresar tu propia insatisfacción”.

Al parecer, uno de los almacenes es usado como Establo Real y, durante unas horas al día, se guarda un caballo blanco que el gobierno de Nueva Zelanda regaló a la localidad de Nikko. Yo no vi ningún caballo, yo veía mogollón de escolares, gente que viene y va…
Nos desmarcamos de los estudiantes, dejamos atrás la clásica fuente de purificación, y nos acercamos a un lateral para disfrutar de unas cromáticas tallas en madera.
Algunas de ellas aún despistan a los historiadores como la de los elefantes sozonozo, que significa literalmente “imaginados”, dicen que fueron tallados por un maestro que nunca en su vida había visto un elefante.
Nos acercamos a ver la Torre del Tambor y la Torre de la Campana que albergan los instrumentos que, para el budismo, simbolizan el nacimiento y la muerte. Sin duda el otoño añadía más color al color…
Presidiendo el lugar, se encuentra la imponente y famosa puerta Yomeimom repleta de miles de detalles, dibujos geométricos, símbolos,… Está declarada Tesoro Nacional, ha sido recientemente restaurada y hoy relucen los blancos y negros, el mucho pan de oro…
Está tan tan repleta de detalles que no sabía donde mirar. Creo que deben necesitarse horas para admirar y asimilar toda la decoración de la puerta.
Tallada por quince mil carpinteros en dos años, es sin duda la más llamativa de todo el viaje.
Es una obra tan sublime, que sus creadores pensaron que quizás los dioses podrían enfadarse ante tanta perfección, y decidieron colocar el pilar izquierdo boca abajo como expresión de humildad.
Coronada por un dragón blanco, flanqueada por dragones de madera… dragones haciendo “moningangas” por aquí, por allí… Había tantos y tan diferentes, que desde que llegamos al país jugué a “coleccionar dragones”, hice fotos a todos los que me resultaban molones… ☺ de aquí me traje unas cuantos.
Cuando salimos del hechizo continuamos hasta la bonita puerta Karamon, recientemente restaurada luce pletórica.
De nuevo miles de detalles, símbolos, policromías y preciosos dragones…
Desde allí nos acercamos a la sencilla puerta Sakashitamon donde vi mogollón de móviles apuntando hacia las alturas. Hacían fotos a la talla de nemuri neko, un pequeño gato dormido y algo famoso. Al parecer su autor tardó ocho meses en acabar la diminuta talla, con el fin de conseguir mejorar el hiperrealismo de sus felinas obras.

Dejamos atrás al soso felino, los suelos lacados de la galería, las ofrendas de sake… y tomamos aliento para subir los 207 escalones que nos llevan al mausoleo de Tokugawa Ieyasu. Son solo unos minutos de subida entre árboles y turistas que vamos y venimos…
Sin prisas rodeamos el pequeño recinto sembrado de lámparas, esculturas, árboles sagrados…
Personalmente me gusta más el continente que el contenido, el bosque es precioso, el mausoleo sobrio y sencillo.
Bajamos de nuevo para visitar el interior del santuario. Para entrar en las salas principales siempre hay que descalzarse. Normalmente se dejan los zapatos en el suelo, o en baldas de pequeñas estanterías, en algunos te prestarán bolsas de plástico para que lleves el calzado durante tu visita.
Dentro encontramos pasillos con suaves suelos de madera, salas con tatamis de arroz, cromáticos paneles pintados, techos artesonados,…
Al salir caminamos hasta el cercano Honji-do Hall. En su interior había un preciosísimo dragón blanquinegro pintado en el techo, y un sacerdote armado con dos pequeños palos. Los golpeaba explicando que la acústica de la sala es especial, deambulaba y escuchábamos siempre el mismo sonido…hasta que se colocó justo debajo de las fauces del dragón y el sonido cambió. La vibración se sostenía, parecía un rugido…un lamento… el sacerdote hablaba de un llanto… y la concurrida sala se llenó de turísticos oooohhhhs aaaahhhhsss.

Aprendí que los dragones orientales, no tienen alas pero pueden volar, tienen cuerpo de serpiente, cabeza de cocodrilo, escamas de lagartija, cuernos de ciervo, ojos de gato, nariz de salamandra, zarpas de lagarto, melena de león, 3 garras de águila y bigotes de siluro. Pasan la mayor parte del tiempo debajo el agua, habitan en ríos, lagos y océanos. Para los japoneses son un poco como ángeles de la guarda, los asocian con la sabiduría, consideran que son benévolos, protectores y que incluso pueden conceder deseos.
La sala vecina, Hoden, tenía cien dragones pintados en el techo. Algunos sostenían una bola entre sus garras y otros no. Cuenta la leyenda que los dragones que ascienden a los cielos suben con las garras vacías, y los que bajan lo hacen con una bola poderosa que les permite entrar en el mundo de los humanos.
Continuamos la visita paseando entre salas secundarias, muros de piedra, lámparas, preciosos tejados, … Nikko significa literalmente luz del sol, y cuando los rayos se cuelan entre las nubes lo cambia todo…
Además de mil dragones con mil miradas y expresiones, había cientos de tallas representando curiosas escenas; personas subidas en barcas o en garzas, bailando, escribiendo…
Nos recreamos en aquel mundo de detalles y nos pusimos en marcha para visitar el cercano santuario de Futarasan, también declarado Patrimonio de la Humanidad.
Caminamos los apenas doscientos metros que los separan y nos encontramos con un santuario mucho más sencillo, más viejo y muchísimo más tranquilo que su vecino Toshogu.

Está dedicado a uno de los tres dioses de las tres grandes montañas de Nikko, y en él vemos árboles centenarios, leones de piedra que protegen el santuario, un diminuto torii, pabellones…
… y el clásico despliegue de ritos-supersticiones; los coloridos papelitos de la suerte, las tablillas para pedir deseos,… los amuletos típicos del lugar… Al parecer el principal festival de Futarasan se celebra entre el 13-17 de abril.
Desde allí paseamos hasta el cercano y bonito mausoleo Taiyuinbyo, también Patrimonio de la Humanidad, y sin duda, otra visita muy recomendable.
Atravesamos la roja puerta Niomon flanqueada por otros dos guardianes Nio, y nos asomamos a la fuente donde tropiezo con un descolorido dragón pintado en su techo…
Subimos la escalera principal y atravesamos la gran puerta Nitenmon que comunica con el patio principal, sus adornos en relieves geométricos me recuerdan a las yeserías mocárabes …

El lugar recuerda a Toshogu, está muy decorado, hay muchos detalles para recrearse y aquí también se mezclan con descaro el budismo con el sintoísmo.
Vimos las fachadas de los salones, la Torre del Tambor, la Torre de la Campana, … la puerta Yashamon y el mausoleo donde reposan las cenizas…
A esas horas se respiraba mucha tranquilidad, llegamos a pasear a solas, y sin duda el silencio fue un plus. Cuando los templos, santuarios, jardines…están muy abarrotados, pierden mucho de su lado zen.
Nos gustó mucho. Está rodeado de enormes cedros, salpicado de otoño, decorado con enormes lámparas de bronce y de piedra tapizadas de musgo…
Cuando terminamos la visita nos despedimos del bonito complejo y fuimos caminando hacia el abismo de Kanmangafuchi. Hubiera molado acercarse al templo budista de Rinnoji, pese a los andamios se podían visitar los Budas de su interior. Se supone que las obras acababan en marzo de 2019.
Pero era algo tarde, y le dimos prioridad a la comida y al río. Aunque llevaba anotados algunos nombres de bares y restaurantes, al final preferimos comprar algo en un super y comer al aire libre.
Aquí conocimos unos huevos duros completamente negros, llamados kuro-tamago. Dicen que el sabor es el mismo, y que por cada huevo que comas aumentarás en 7 años la esperanza de vida, hasta un máximo de 17 años.
Al parecer los cuecen en aguas sulfurosas colgando en pequeños cestos o jaulas. Los venden también en los alrededores de Fuji y en otras zonas del volcánico país.
Con nuestro picnic, sin huevos negros, fuimos paseando hasta Kanmangafuchi Abyss, el Abismo del Infierno. Una pequeña garganta en el río Daiya a apenas unos 15-20 minutos del pueblo.
Hay un agradable sendero de unos cientos de metros que va paralelo al río y se encuentra plagado de unas 70 esculturas alineadas de Jizo. Todas diferentes, con sus cicatrices, baberos y gorros, con pequeñas y simbólicas ofrendas a sus pies,… Al parecer hubo unos 100 pero muchos fueron arrastrados por las inundaciones de 1902.
Nikko luce momijinica hay rincones donde los arces están amarillos, marrones… otros ya empiezan a perder sus hojas. En las laderas de Nikko el otoño llega pronto, desde mediados a finales de octubre ya comienzan las laderas a teñirse de colores.
El nombre de la garganta es demasiado metafórico, no es demasiado profunda…no esperes ningún abismo, ningún infierno. Aún así, nos moló mucho el tranquilo paseo por el sendero y el picnic.
Caminamos apenas dos kilómetros para regresar a la civilización y pasar junto al fotogénico puente Shinkyo. Es Patrimonio de la Humanidad, y está catalogado como uno de los tres puentes más bonitos de Japón.
Su nombre significa “puente de los dioses”, mide unos 28m de largo, unos 7 de ancho y se encuentra a más de 10 metros del cauce del río Daiya. Se construyó en 1636, y técnicamente pertenece al santuario de Futarasan.
Cuenta la leyenda, que un sacerdote ermitaño necesitaba cruzar el río y que justo aquí, dos enormes serpientes se unieron para que cruzara subido en sus lomos.
Y cuenta la historia, que pasar por el puente estaba reservado a generales y mensajeros de la corte imperial, el resto del pueblo usaba modestas pasarelas.
Hoy por unos 300Y puedes cruzarlo, nosotros preferimos disfrutar de sus bonitas vistas laterales.
En noviembre la tarde se desploma pronto, hicimos unas últimas fotos y caminamos hasta una parada de bus para regresar a la estación.
La pequeña localidad de Nikko roza los cien mil habitantes, hay un museo donde observar objetos personales del antiguo shogun, como armaduras, cartas, espadas,… un jardín botánico, algunas antiguas villas de recreo con jardines…alojamientos, restaurantes y tiendas donde comprar dulces típicos, recuerdos…
Yo busqué una diminuta y curiosa tienda donde un artista local dibuja dragones de un solo trazo, es una técnica tradicional llamada ippitsu, …pero estaba cerrada. Se llama Dragon Art Kousyyuya, y por 2500Y puedes traerte un recuerdo único y especial. Tienen web con tienda on line, solo en japonés.
Si visitas Nikko a mediados de mayo podrás coincidir con el gran festival Toshogu. Debe ser curioso ver a mil hombres vestidos con armaduras samuráis paseando santuarios portátiles por las calles a modo de procesión.
Nikko forma parte de la llamada “Ruta Romántica de Japón” que simula a la ruta romántica alemana. Un bonito road trip de 350km que se puede recorrer en coche de alquiler. Te dejo aquí más info por si te da punto.
En los alrededores de la localidad hay muchos senderos para explorar, lagos y cascadas…
No muy lejos se encuentran el lago Chuzenji y la cascada Kegon una de las más famosas del Parque junto a la cascada Ryuzu. En los alrededores del lago se puede hacer senderismo, disfrutar de aguas termales, dar un paseo en barco…tropezar con más templos…
A las cascadas Kegon y al lago Chuzenji se llega en un trayecto de bus de unos cincuenta minutos. La caída de agua puede observarse desde las alturas, desde una plataforma de observación gratuita, o desde su base pagando unos 550 yenes por el uso de un ascensor que desciende 100m. Aquí podéis consultar los horarios de la plataforma inferior y ver cómo llegar a la zona.
La cascada Ryuzu, cascada cabeza de dragón, luce especialmente bonita y concurrida en otoño, dicen que mola sobre todo a finales de octubre y que es mejor evitar los fines de semana. Es gratuita y hay un pequeño sendero de unos 300 metros.
Dependiendo de las prioridades, y de la velocidad viajera de cada uno, os dará tiempo de ver más o menos. Nosotros no llegamos a las cascadas ni al lago porque habíamos leído que los recientes tifones, septiembre 2018, habían dañado la zona, y preferimos desacelerar el ritmo y centrarnos en los santuarios y templos.
Nuestro día llegaba a su fin. De regreso a Tokio decidimos bajarnos en la localidad de Utsunomiya para cenar sus famosas gyozas. Son tan típicas que hay unos 200 establecimientos dedicados a esta empanadilla china paliduchi y rellena, una especialidad local que celebra su propio festival en la primera semana de noviembre.
Sospecho que no elegimos el local adecuado, porque no fueron las mejores gyozas del viaje. Si se afina mejor la puntería, o se va de bar en bar degustando las distintas especialidades, seguro que se encuentran algunas deliciosas.
Tras la cena subimos al tren que nos devolvía a Tokio, regresábamos a la casilla de salida donde comenzamos la matutina yincana. Nikko nos encantó, sus cromáticos mausoleos, templos y santuarios fueron de los más bonitos del viaje. Una visita top, repleta de dragones 😉 y sin duda muy muy recomendable.
Aquí mi experimento de dragón ippitsu… 🙂 con el cuerpo de acuarela hecho de un solo trazo, la técnica mola 🙂
En el blog tienes más información sobre nuestro viaje a Japón, preparativos, nuestras experiencias, recomendaciones …curiosidades niponas…haz clic aquí y te llevo.
Gostei da viagem!
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🙂 Fico feliz que tenha gostado do passeio, obrigado por caminhar comigo. Um abraço!!
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¡Qué preciosidad! Naturaleza en estado puro y arte en grado superlativo. Y la gran cantidad de lugares y rincones por ver. Tendreis que repetir el viaje para visitar lo que, por una causa u otra, os quedó pendiente, jajaja.
No me extraña que sea patrimonio nacional. Los japoneses son muy respetuosos con su historia y su patrimonio. Creo que más que cuidarlo, lo miman, como debe ser. Claro que quizá tengan más recursos económicos para dedicarlos a la restauración, o sea una cuestión de prioridades. Y seguro que no visteis ningún árbol o pared con una inscripción del tipo Yo estuve aquí o un garabato pintado, jeje.
Y hablando, o mejor dicho escribiendo, sobre garabatos, tu dibujo del dragón es sorprendente. Me ha encantado, como toda tu crónica viajera. Reitero lo bien que organizasteis el viaje y las visitas solitos, con la de cosas que hay por ver y la de medios de transporte que hay que tomar.
Un fuerte abrazo.
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😀 es una localidad preciosa 😀 me alegra que te haya gustado el paseo y que te haya llegado su mucha belleza 😉 . Pues sí compañero, allí valoran su patrimonio y lo cuidan, lo miman. No es solo invertir en conservación… es una cuestión de educación, respeto a todo porque es de todos, sentido común,… no me crucé con ningún «Jonathan estuvo aquí con Jenny Mary» … espero que los turistas cafres no se empeñen en dejar su vandálica huella 😦 Allí respetan todo, desde el patrimonio… al mobiliario urbano… hasta los insectos y hasta los utensilios de casa…ya verás 😉
Me alegra leer que te ha molado mi dragón experimental 😀 jajaja yo y mis infundios, o mis retos 🙂 me lo he pasado muy bien practicando, es mejorable pero me quedé sin papel 😀 jajaja no vale cualquiera, probé con varios y solo funcionó en papel tipo formato y tampoco era el ideal. Me anima que te haya gustado 😉
Mil gracias por acompañarme, y animarme 😉 Un abrazote grande y fuerte.
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Me ha gustado mucho pasear de tu mano por la luz del sol!
No te atreviste con los huevos negros? 7 años son 7 años 😀 😀
Muy molona la acuarela del dragón.
Gracias por compartir. Muchos besitos.
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Me alegra que te haya gustado el paseo por la luz del sol y el otoño 🙂 Nikko es preciosa.
Es que la tienda que los anunciaba y vendía estaba cerrada, y en la que entramos no había… así que habrá que volver para aumentar la longevidad 🙂 como coartada viajera mola jajaja
😀 El dragón es otro reto y experimento garabatil 😀 jajaja nada que ver con los originales, pero en mi defensa diré que no tenía los materiales adecuados 😀 me sorprendió que hasta funcionara la técnica con acuarelas 🙂 Me alegra que te haya molado.
Mil gracias a ti por pasear conmigo, un abrazote enorme y besitos viajeros.
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Parece increíble como conjuntan la gama de colores, formas y texturas. Es una presentación excelente, creo que a pesar del agobio del transporte la belleza de Nikko resulta indiscutible. Un besazo.
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Es increíble compañero, y no hay foto que le haga justicia a esas texturas, bajorelieves, sobrerelieves, colores… 🙂 el lugar es precioso, con una belleza indiscutible 🙂 Un abrazo enorme y mil gracias por pasear conmigo.
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Buen recuento de tu viaje, me pude projectar conociendo el lugar. Gracias por compartirlo!
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Me alegra que te haya gustado y remover tus recuerdos viajeros 🙂 Gracias a ti por pasear conmigo. Un saludito y buen comienzo de semana!!
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Que maravilla de relato y fotos.
Como ya tengo en mi cabeza Japón hace tiempo, toda esta estupenda información muy bien expuesta, es genial.
Me encantó lo de los «empacadores de sardinas», muy jocoso.
Me fascinó el sonido (imaginario para mi) que cambia cuando se golpean los palos debajo de las fauces del dragón.
Gracias por tanto detalle en la explicación.
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Cuanto me alegra leer que has disfrutado del paseo y que Japón te ronde la cabeza 🙂 Ninguna foto, ni mis mil palabras hacen justicia a la belleza y a la historia de un país tan fascinante como Japón 😀 seguro que te encantará 😉
😀 la acústica de las salas, los colores, el olor a incienso… todo es mágico y fascinante en la isla del sol naciente y de los dragones 😉
jajaja yo solo de imaginarme a esos bruscos «empacadores de sardinas» me agobio 😀 ando regular de claustrofobia, no me siento cómoda en las multitudes.
Gracias a ti por pasear conmigo. Un abrazo grande y nipón.
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Ya somos dos a las que nos incomodan las multitudes. Los «empacadores de sardinas» ¡ni te lo cuento!
Gracias por haberme hecho viajar desde el cómodo asiento de mi casa, mientras espero el verdadero viaje.
Gran abrazo, 🙂
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😀 ya somos dos entonces a la que no nos gusta sentirnos sardinas 😀 ni tampoco serviríamos para trabajar de empacadoras 😀 jajaja
Gracias a ti por la compañía 🙂 Otro abrazo grande.
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🙂 🙂
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Nikko me encantó, yo estuve en verano pero por los colores espectaculares de tus fotos en otoño merece aun más la pena visitar este rinconcito de Japón Un besote
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🙂 Nikko mola mucho, y sin duda el otoño fue un superplus en todo el viaje (aquí iría mogollón de iconos con corazoncitos en los ojos que no sé poner desde el ordenador 😀 ). Un abrazo grande vecina, gracias por pasear conmigo.
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Madre mía… tengo una especie de borrachera de dragones, tradiciones y edificios monumentales… no sabría escoger qué me ha llamado más la atención.
Desde los «empujadores de metros» hasta el maravilloso puente Shinkyo que me ha encantado y que me resulta muy muy familiar… quizá haya sido japonesa en otra vida o solo lo haya visto en alguna peli pero me mola un montón. Lo que ya no me ha parecido tan bien es que cobren para cruzarlo pero, claro, así en cierto modo lo están también protegiendo…
Un colorido momijinica precioso de verdad… por aquí creo que no hay un contraste tan exagerado. Y lo que debe contrastar de verdad es salir del moderno Tokio y meterse de lleno en la cultura japonesa más ancestral. En fin, compañera, me ha encantado este maravilloso recorrido y los baberos y gorros de las tropecientas estatuas diferentes… unas fotos sensacionales, como siempre.
Un abrazote samurai… sayonara, baby! 😉
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😀 Sorry por el mareo compañera 😀 pero Plutón es mucho Plutón 😀 así de heterogéneo, fascinante y estimulante.
😀 Curioso lo que me dices del puente, no sé si saldrá en alguna peli, o si será que tienes un gen nipón 😉 lo que sí sé es que seguramente te hubiera molado mucho acercarte al templo que estaba en obras 😉 creo que ver una restauración a la japonesa, respetando la tradición, los materiales, ver las tripas,…y el modus operandi te hubiera gustado mucho, debe ser curioso-interesante.
La verdad es que he visto otoños muy bonitos, pero por ahora como el de Japón ninguno 😀 . Y ha dejado el listón muuuy alto…cierro los ojos y todos mis recuerdos nipones están teñidos de mil rojos, amarillos y naranjas 😀 ¿más allá del espectacular qué hay? ¿lo sublime? 😉
Me alegra que te haya gustado el paseo 🙂 mil gracias linda MJ por acompañarme, por estar cerquita. Un abrazo lacado 😉 buen comienzo de semanita!
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