Nos despedíamos de las Rocosas contentos y felices, y a la vez con algo de pena. No sabíamos si le estábamos diciendo un adiós, o quizás un “hasta algún día” . Hay tanto por explorar en estas altas montañas que los europeos bautizaron como los “Picos Impenetrables”, que es fácil quedarse con ganas de más. Que lejos veíamos y sentíamos aquellos primeros días en la Isla de Vancouver , los osos de Bella Coola…
Después de una breve parada en Wapta Falls, nos esperaba un trayecto de unos 585 km hasta la localidad de Hope donde pasaríamos la noche, a unos 154km de Vancouver. Nos los tomaríamos sin prisas, con algunas pausas, pero sin dormirnos en los laureles, porque habíamos visto en la web que nos encontraríamos con algunos tramos de carreteras en obras.
Dejamos atrás la localidad de Golden, atravesamos parte de los Parques Nacionales de Glacier y del Monte Revelstoke. Del bonito camino recuerdo verdes laderas, picudas cumbres nevadas, remotos glaciares, ríos azules,…y las primeras obras…donde estuvimos un rato atascados y entretenidos viendo a un helicóptero descargar materiales.
Poco a poco reaparecen los camiones cargados con los troncazos de enormes árboles, esporádicas y diminutas localidades, una enorme presa… nos entretenemos con un águila a la que vimos comer…
Conforme avanzamos, las montañas se convierten en suaves lomas, en praderas y pastos, vemos algunos ciervos, frutales, aserraderos… Dejamos atrás la pequeña localidad de Kamloops, una base habitual para hacer noche cuando no se quiere conducir del tirón desde las Rocosas a Vancouver.
Pero nosotros queríamos amanecer algo más cerca de Vancouver y continuamos por la cómoda y tranquila Highway. Por la ventanilla de nuevo reaparece la geología con forma de cañones, gargantas y valles… Y cuando ya caía la tarde, llegamos a la pequeña localidad de Hope. Atención a la diferencia horaria, en la British Columbia será una hora menos.
De la minúscula Hope, apenas vimos nada, recuerdo algunas tallas de madera decorando las calles principales, el paso del río Fraser, la cena…la «placita» del pueblo. Es un enclave completamente rodeado de montañas y una buena base si se quiere recorrer el Parque provincial cañón de Coquihalla, allí se puede disfrutar de un curioso senderismo por unas vías de tren en desuso que atraviesan los “cinco túneles de Othello”. Al parecer por la verticalidad de sus paredes, y por su proximidad a Vancouver, en la zona se han rodado varias escenas de películas como Acorralados, algún Rambo, la Guerra por el planeta de los simios…
El sencillo motel que reservamos sobre la marcha en Booking, no tenía mal precio y nos hizo el apaño. Fue una noche fugaz, un día de tránsito, y con el amanecer dejamos atrás el Park Hotel, la pequeña Esperanza… y comenzamos a recorrer los 154 km que nos separaban de Vancouver.
Sabíamos que un poco antes de llegar, en la localidad de Langley, había un pequeño museo aeronáutico que decidimos visitar. Íbamos con tiempo, atravesamos el fértil valle de Chilliwack, desayunamos en un típico Tim Hortons y visitamos las pequeñas instalaciones.
Estuvo curiosa la visita, nos gustó la charla con un jubilado y socio fundador de aquel pequeño hangar museo. Desconocía que en el mundo, existen grupos de personas dedicadas a recoger los fragmentos desperdigados de viejas aeronaves estrelladas en lugares remotos… y al parecer, luego se usan las piezas para reconstrucciones, coleccionistas, museos,…
Cuando retomamos la marcha, aún era temprano para hacer el checkin en el Bed and Breakfast que teníamos reservado, pero nos conformábamos con aparcar el coche en los alrededores y, si fuera posible, dejar las maletas en el alojamiento.
El B&B se llamaba Marpole Guest House, estaba localizado algo a las afueras del corazón de la ciudad, en el cómodo barrio de Richmond. Lo elegimos por el buen precio que tenía y por estar cerca del aeropuerto, perfecto para el día de salida del vuelo de regreso. Resultó ser un barrio residencial muy bien comunicado y tranquilo.
Nos contaron que el gran incendio de 1886, sufrido en el corazón de Vancouver, hizo que este asiático barrio a las afueras comenzara a crecer, creándose un corazón provisional donde se instalaron las tiendas de lujo, los comercios de barrio, …y se mezclaron con los muchos establecimientos chinos que ya existían. Hoy día sigue existiendo esa mezcla curiosa, que convierte algunos tramos de la principal avenida en una discreta y moderna China Town, sin tanto farolillo, sin tanto dragón…quizás más mezclada con occidente.
Nada más dejar las maletas en el B&B, y recibir las instrucciones del amable anfitrión oriental, nos ponemos en marcha para comprar un bono bus diario en un supermercado “Seven Eleven”.
Aún recuerdo ese momento en el que caminábamos recién llegados, por el muy correcto barrio residencial, y al llegar a la avenida principal para tomar el bus, una espesa nube 100% marihuana nos rodeó. A nuestra izquierda, tres abuelas casi octogenarias sentadas en un banco, compartían un porro matutino, y justo en la acera de enfrente vi el primer dispensario de cannabis de los muchos que existen en la ciudad. Porque en Canadá el consumo medicinal de la marihuana está despenalizado, y a partir de julio de 2018 también lo estará su uso recreativo y el autocultivo. Aquí no hay coffes shops como en Ámsterdam, aquí existen tiendas legales donde comprar, y se fuma en la calle sin tapujos. Y por lo que observé y olí aquel par de días, parece que se fuma más marihuana que tabaco. Sin duda, Vancouver no me olía a mar, me olía a hierba. ☺
Aunque había amanecido un día azul y radiante, poco a poco la mañana se fue nublando, y el Downtown nos recibió plomizo. De repente me di cuenta que todo el corazón de la ciudad me parecía muy muy gris, los edificios me resultaban densos y oscuros, las calles amplías y umbrías, los reflejos apagados, el cielo mustio…y aunque la mucha multiculturalidad ponía algo de color… todo me resultaba grisáceo.
Debía ser yo la culpable de tanto gris, después de tantos días en las verdes montañas en “modo Heidi On” estaba algo desadaptada al frenético ritmo urbanita. Sin duda debía ser yo…porque Vancouver siempre encabeza los primeros puestos en los rankings del mundo de “mejores ciudades para vivir”, por su buen clima, muy buena calidad de vida y muy baja tasa de criminalidad. Pero personalmente, aquellos primeros momentos de contacto con la ciudad no me encantaron. La encontré sucia, tirando a gris fea,…y recuerdo que vimos a muchos vancuveritas perjudicados por la heroína, que al igual que ocurre en USA, en Canadá está arrasando. No dan sensación de peligro, porque lamentablemente están tan mal, que literalmente van doblados ☹ , son como zombies plegados sobre sí mismos.
Al parecer, durante años los médicos americanos, han abusado de la prescripción de codeína y han creado a toda una generación de adictos a los opiáceos… que encuentran en la heroína el perfecto aliado. Actualmente en Estados Unidos las muertes por sobredosis superan a las víctimas de armas de fuego y accidentes de tráfico juntas. Para los interesados en estas realidades dejo este enlace que habla de esta nueva epidemia.
¡¡Pero todo cambió cuando de nuevo salió el sol!! …¡¡era yo que ya necesitaba un poco de energía solar! ☺, pero creo que también era la ciudad… a quien con tanto mar, cristal, rascacielos,… la luz le sentaba genial y lo cambiaba todo.
Ahora Vancouver relucía con todo su colorido, su mucho azul, amarillos y verdes, y me pareció mucho más bonita, amigable, habitable, radiante…muy diferente.
Durante un par de días callejeamos por el corazón de la ciudad, os dejo por aquí algunos de los lugares que visitamos:
Stanley Park, uno de los parques urbanos más frecuentado por locales y turistas. Es enorme, muy accesible, y está considerado Sitio Histórico Nacional. Puede recorrerse a pie, patinando, alquilando allí mismo una bicicleta, un tándem,…
El gigantesco parque alberga un puñadito de interesantes réplicas de tótems, dos lagos y 200 km de senderos para explorar y perderse. Hay ordenados caminos, atajos más asalvajados, románticos rosales, bosques de coníferas,… jardines temáticos como el de Shakespeare con especies mencionadas en sus obras… Es fácil desorientarse, os dejo por aquí a mano un mapa en formato pdf.
Tiene medio millón de árboles rodeados por un agradable paseo marítimo, conocido como Seawall, que con sus casi 9km es perfecto para caminar o recorrer sobre las alquiladas ruedas… Siempre acompañados por la orilla del mar, del despegue y sobrevuelo de hidroaviones, de las vistas de Lions bridge, y de una panorámica fotogénica y molona, del skyline de la ciudad.
El Parque tiene zonas de recreo, también alberga el afamado acuario de Vancouver, áreas de picnic, aseos, club de remo, mini golf, granja escuela, cafetería, tienda de recuerdos, pistas deportivas, piscinas… un tren en miniatura, un teatro, un par de playas, un puerto deportivo, un pequeño faro… una Base Naval con un museo para conocer el pasado del Parque como cuartel y cementerio… y un cañón llamado 9 O’Clock Gun que al parecer se dispara todos los días a las 21h desde 1898,… Aquí podéis consultar la variada oferta de actividades.
Quizás el enorme y completo Stanley Park es el parque más famoso, pero el más grande es Pacific Spirit Regional Park, en el cual se encuentra la Universidad British Columbia. A esta verde zona universitaria, algo más alejada, nos quedamos con ganas de ir para visitar el afamado Museo Antropológico. Se podía llegar en bus con facilidad, pero la visita del parque y del muy recomendado museo requerían de un tiempo que no teníamos… o quizás de una velocidad que no queríamos 😉 para nosotros a veces menos es más.
Nos centramos en el corazón de la ciudad de Vancouver… que bien podría haberse llamado Narváez 😉 pues fue el comandante español José Mª Narváez el primer explorador del Estrecho. Pero quiso la historia… que la ciudad acabara llevando el apellido del capitán inglés George Vancouver que llegó a la zona un año después.
Aquí poco a poco, se establecieron los buscadores de oro, leñadores, aserraderos,… y al fijarse aquí la última parada del ferrocarril, aparecieron los primeros asentamientos. Uno de los primeros fue el asentamiento de Gastown que creció muy rápido en los alrededores de una rústica taberna. Al parecer la tasca estaba regentada por Jack Deighton, alías Gassy, todo un borrachuzo famoso por su verborrea y que es casi considerado el padre de la ciudad. Hoy día, en su barrio, llamado en su honor Gastown, el buscador de oro y tabernero, tiene una estatua.
Es el barrio más antiguo de Vancouver y en él encontrarás, edificios victorianos, ladrillos rojos, calles adoquinadas, viviendas, amplia oferta en restauración, algún bar chic, cafeterías, turísticas tiendas donde comprar recuerdos, galerías de arte de los Primeros Pobladores…

Actualmente, además de la industria maderera y de su importante puerto, la ciudad se ha ido diversificando, y también vive del mucho turismo y del cine. En esta calle vimos varias escuelas de interpretación, …en las afueras nos cruzamos con un rodaje, …y es que, al parecer, Vancouver se ha convertido en el tercer centro de producción cinematográfica después de Los Ángeles y Nueva York,… de hecho también la llaman “Hollywood North”.
Por el barrio es fácil cruzarse en algún momento con el Gastown Steam Clock, un reloj que funciona con vapor y electricidad que fue construido en 1977 como reclamo turístico.
Lo vimos de refilón, estaba rodeado de frenéticos abuelillos chinos que atendían a la guía y esperaban, cámara en mano, el chorrazo de vapor que marca todos los cuartos.
Caminando desembocamos en Coal Harbour, un agradable paseo marítimo flanqueado de altas torres financieras, viviendas y animado por; hidroaviones, cruceristas, un guiri barco a vapor,…locales practicando deporte, concurridas terrazas, marinas con lujosos yates y veleros…
Vancouver es sin duda una ciudad que mira y convive con el Pacífico, su puerto es el más importante de Canadá y exporta cuatro veces más que cualquier otro puerto de toda Norteamérica.
Subiendo desde el paseo se alcanza el distrito financiero, Burrard St, entre rascacielos y hoteles, se encuentra la Oficina de Turismo, un pebetero olímpico, una orca de píxeles, más terrazas y restaurantes, algunos centros comerciales y de convecciones…
Y para los amantes de las alturas pueden subir al mirador del rascacielos Harbour Centre para disfrutar de unas vistas de 360º de la ciudad.
Mide 177m, al parecer fue inaugurado por el astronauta Neil Armstrong…y aquí podéis encontrar precios, horarios, más información…
Las ordenadas avenidas se cruzan y entrecruzan, mezclando clásicos edificios con rascacielos, zonas residenciales, comercios, alguna iglesia,… saludamos al último hotel Fairmont del viaje,…
Paseamos por las muy céntricas y comerciales Robson St y Granville St. Muchos vancuveritas mezclados con turistas, con estudiantes españoles, orientales que vienen y van…
Una ciudad con más de medio millón de habitantes que con su movimiento transmite dinamismo, cuarto y mitad de prisa y consumo, …y hacen latir a la ciudad llenándola de vida. Por la noche es en Granville St. donde se encuentra la marcha, sobre todo los fines de semana.
Pequeñas tiendas curiosas, grandes cadenas y marcas, más centros comerciales como el Pacific Centre, algún teatro, tiendas de flores,… alguna esquina con un huerto urbano… la fachada de los antiguos juzgados hoy convertidos en la Galería de Arte …
Dimos algún paseo fugaz por el barrio de China Town, el tercero en tamaño en América después de San Francisco y de Nueva York.
Al parecer el jardín del Dr. Sun Yat-Sen es una visita destacada, nosotros solo vimos algunas fachadas, variopintos locales como el más estrecho del mundo…restaurantes… y algunos de los zombies perjudicados y plegados sobre sí mismos…
Paseamos por las céntricas Burrard St y Bute St, nos asomamos al barrio de Davie, donde los colores del arcoíris decoran algunos de los pasos de peatones, farolas, ventanas…
Allí, la comunidad gay más grande del oeste de Canadá comparte los encantos de su barriada con nosotros los turistas. Caminamos un poco por el animado West End, y en algún momento pusimos rumbo al mar.
Nos encontramos otras esculturas como el emblemático inukshuk, un curioso hito geográfico usado por los inuits como punto de referencia en la navegación, aunque también los empleaban para indicar lugares sagrados, marcar caminos,…ubicar alijos de alimentos, zonas de acampadas…
Hoy día es considerado un símbolo de hospitalidad y de bienvenida, y éste preside English Bay.
Nos cruzamos pequeños parques, jardines y playas donde os recuerdo que está prohibido fumar,…y nos sentamos en una orilla salpicada de enormes troncos perfectos para disfrutar de las vancuveritas puestas de sol. Mientras, los puentes se enciende, las luces de las viviendas comienzan a brillar, los rascacielos se iluminan,… el día se apaga, la noche llega y Vancouver reluce mientras paseamos por Yale Town.
Es tanta la oferta gastronómica de la ciudad que será difícil decidir donde cenar o comer. Desde restaurante griegos, vietnamitas, turcos, coreanos, japonés, indios…productos del mar, estrellas Michelín…, para todos los gustos y bolsillos.
La segunda mañana un amable mexicano, residente en Vancouver, nos vio esperar el bus y detuvo su coche para ofrecerse a llevarnos al centro. Fue un trayecto muy agradable y didáctico; nos habló mucho de la ciudad, de su historia, de la realidad social, del mucho respeto, de las facilidades laborales,… También nos enseñó las horribles y recientes imágenes del terremoto en México.
Recuerdo que nos bajamos en la isla artificial de Granville, una antigua zona industrial hoy rehabilitada y reconvertida en un una agradable zona de ocio.
Se puede visitar el coqueto mercado Granville Market y cotillear los alimentos frescos, la repostería local, comprar artesanía, visitar algún taller cultural, desayunar… El mercado está abierto todos los días de 9 a 19h, se puede llegar caminando o en barco, aquí os dejo más info.
También se puede pasear entre barcos de recreo o contratar una excursión para el avistamiento de cetáceos. Tras desayunar y explorar la zona, volvimos a callejear por el corazón de la ciudad por suerte bajo una luz radiante… que hacía relucir su alma urbanita…
Una ciudad moderna, habitable, con muchos carriles bicis, parques, jardines, amables vancouverenses, y árboles que comenzaban a sentir el otoño…
La última tarde la pasamos en los alrededores de Kitsilano, el antiguo barrio hippy hoy convertido en zona residencial a orillas del mar. Allí pasamos junto a un museo marítimo, que me hubiera gustado visitar de haber tenido más tiempo, y un pequeño centro aeroespacial y planetarium,…
Pero la tarde caía y nos conformamos con observar algunas esculturas de precisión matemática…
… y sentarnos en la playa para disfrutar de las vistas panorámicas, del sol y de la agradable compañía…
Allí conocimos a una arpista paraguaya canadiense ☺ que con sus muchos años nadaba a diario desde julio a finales de septiembre y que nos encantó conocer. El sol poniéndose, ella y sus historias, fueron el final perfecto para un viaje inolvidable que llegaba a su fin.
Gracias al Sol… al final Vancouver me enamoró. Su manejable tamaño, su vínculo con el mar, esa mezcla de antiguo y nuevo, las muchas zonas verdes,… el dinamismo de calles y barrios, la mucha oferta y bio-diversidad, el mucho respeto, …es cierto que es muy habitable, es cierto que son muchos los encantos de esta gran ciudad que a mi llegada me pareció tan gris. Sin duda Vancouver es una ciudad para visitarla y vivirla.
El aeropuerto internacional se encuentra localizado en Sea Island, Richmond, a unos 12 km del centro de la ciudad, y a apenas a un kilómetro de nuestro alojamiento. Ahora sí que sí decíamos adiós a Canadá…se acababa la aventura. Habían sido 24 días … y hay tanto por ver y hacer que sin duda el país te deja con ganas de más. Quizás ¿la Costa Este?,…¿atravesar el país de costa a costa cuando nos jubilemos ? ¿conocerlo en primavera?… No sé cuándo, ni cómo,…pero algo me dice que, algún día, …volveremos a la interesante y exuberante Wild Canadá.
Con lo urbanita que soy seguro que me encantaría pasear por esta gran ciudad, si en un futuro paso por Canadá no dejaré de visitarla.
Un abrazo y feliz semana
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Seguro que te gustaría compañera 🙂 una ciudad muy habitable 😀 en un entorno privilegiado. Y yo como soy más rústica, rural y muyyyy de bichos 😀 me voy a tu Seregenti recién sacado del horno 😀 jajaja . Mil gracias por estar cerquita. Nos leemos linda Gladys, un abrazote y buen comienzo de semana.
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Un formidable relato de un viaje maravilloso y, desde luego, con grandes contrastes. Aun siendo también bastante urbanita, la naturaleza viva y hasta cierto punto salvaje me atrae sobremanera. Estas ciudades americanas «policulturales» tienen, sin duda, un gran encanto, pero para mí no hay nada mejor que la contemplación de esos valles, ríos y montañas, con su flora y su fauna, que nos has mostrado a lo largo de este reportaje escrito y gráfico. Entiendo que hayáis disfrutado tanto de ese viaje, pues la forma en que lo organizasteis no dejó, aparentemente, ningún cabo suelto, jeje.
Me ha encantado seguir vuestras vicisitudes turísticas a lo largo de esos 24 días.
Un abrazo.
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Muchísimas gracias compañero Josep por tus bonitas palabras y por acompañarme en toda esta inolvidable travesía 🙂 es un lujo y un placer sentirte cerquita. A mi me pasa como a ti, tengo un punto urbanita pero donde me encojo, sobrecojo, y recojo 😀 es rodeada de naturaleza y a ser posible bichos 😉 . En Norteamérica, como todo parece ser XL; los camiones, las hamburguesas, los troncos, los coches, los colutorios 😀 jajaja… los Parques también son XL 😀 y realmente son Parques de diez; muy buena gestión, servicios, fauna, paisajes increíbles, carreteras escénicas… La verdad que fue un viaje muy completo, fluido y redondo, que nos dejó con muy buen sabor de boca y con ganas de conocer más, de volver 😉 . Gracias de nuevo querido Josep por tu agradable y reconfortante compañía… ha sido un placer viajar contigo 😉 . Dos abrazos y dos besos a repartir.
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Que magnifica forma de relatar un viaje, me encanta como esribes y esa combinacion perfecta de experiencias y descripciones de los sitios, ojala algún dia pueda visitar esos mismos lugares recordando tus palabras, y tal vez poder venir a este lugar a contarte que tal me ha ido.
Esa mezcla de China y América en ese maraviloso barrio donde os quedasteis debió ser magnifico pasar alli ese tiempo.
Espero poder seguir leyendote y comentando, un saludo viajero, nos vemos pronto por aqui.
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Muchas gracias Pedro por tus bonitas palabras 🙂 me alegra mucho saber que te gusta mi redacción 🙂 aunque es coloquial, intento cuidarla, mimarla y enriquecerla mucho 😉 . Me hace feliz que hayas disfrutado del paseo 😀 . Ojalá algún día puedas usar el relato a modo de guía y por supuesto contarme después tus aventuras 😉 . Nos leemos. Un abrazo viajero.
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Me ha encantado este viaje y esa gente que recoge «trozos desperdigados» y re-compone el mundo. Y por supuesto me encantas tú 🎶🎶🎶🎶🎶🎶Un montón de besos envueltos para regalo💝💝
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😀 jajaja bonita canción 😉 a mi me gustó Vancouver y tu me encantas 😉 . 😀 Me alegro que hayas disfrutado del urbano paseo. Un abrazo enoooormeee y un millón de gracias por estar siempre cerquita dándome tu delicioso calorcito. Muchos Muaks!!! a repartir con don Pablo.
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Aquí ando, cogiendo ideas de última hora para nuestra fugaz visita a Vancouver 🙂 En una semana estaremos ya por allí!!
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¡¡¡Chufiiiiii una semana yaaaa!!! 😀 no me lo creoooo!!! 😀 ¡¡que bien!! y como pasa el tiempo 😮 ¡¡que susto!! 😀 jajaja
Echa un vistazo y cualquier cosita, ya sabes, silbas y aparezco 😉
😀 ¡¡Llévame contigoooo!!! 😀 Te mandaré un mail para desearte un buen super viaje 😀 Un abrazote grande y dominical.
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