A unos 900m sobre el nivel del mar, escondida en un remoto valle japonés y rodeada por los altos picos de ocho montañas, se encuentra la pequeña y mística localidad de Koyasan. Está declarada Patrimonio de la Humanidad y es una de las excursiones recomendadas para hacer desde Osaka o desde Kioto.
Es uno de los lugares más sagrado de Japón, cuna del budismo shingon y está salpicado por un centenar de templos, pagodas, mausoleos, bosques milenarios y el cementerio más grande, importante y visitado del país.

Aquella mañana de noviembre madrugamos y nos abrigamos. Madrugamos como siempre, porque el lugar es algo remoto y los días en otoño son cortos, y nos abrigamos porque al ser una zona en la alta montaña, las temperaturas tienden a ser mucho más bajas. Según el pronóstico, allí rondaríamos los 0-3ºC.
Para llegar a la zona hay que hacer una larga pero fácil yincana de unas cuatro horas; tomamos un par de trenes, un funicular y un bus para llegar al corazón de esta remota localidad donde Buda perdió la sandalia o el mechero. Los traslados no están incluidos en el JRPass, y para ahorrar unos eurillos compramos en la estación principal de Osaka el Pase “Koyasan World Heritage Ticket”. Nos costó 2860Y y cubre todos los transportes, uso ilimitado de buses en Koyasan 48h, el teleférico, y pequeños descuentos en las entradas de algunos templos, santuarios y tiendas de recuerdos.
Del trayecto recuerdo especialmente bonito el último tramo con riscos, gargantas, verdes bosques, ríos… y cómo nuestros pies agradecían la calefacción del rústico vagón.

La subida en el teleférico o cable car es breve. Al bajarnos encontramos esperando los buses que nos llevarán al corazón del pueblo, aunque está cerca, está prohibido caminar por la carretera, sí o sí hay que tomar el bus que está incluido en el Pase, o hay que comprar el ticket.
Nosotros solo pasaríamos el día, pero es muy típico dormir aquí una noche en alguno de los cincuenta templos que ofrecen alojamientos a los turistas. Los precios son algo elevados, pero suelen incluir media pensión vegetariana y algún tipo de actividades paralelas, como oraciones matinales y/o meditaciones, o un paseo nocturno y guiado por el cementerio iluminado. Sin duda es una opción muy interesante para quienes quieran conocer la forma de vida de estos monjes budistas y dedicar más tiempo a Koyasan. Aunque para algunos puede ser una experiencia aburrida, leí que para la mayoría es una experiencia molona y curiosa, y suelen recomendarlo mucho.
Estos templos se denominan shukubo y son típicos de los lugares de peregrinación. Antiguamente solo daban alojamiento a los peregrinos, pero desde mediados del siglo XX se abrieron al turismo. Hoy día pueden ser reservados con facilidad a través de web locales como Japanese Guesthouses o Japanica, o enviando un mail a la Asociación de Turismo, o incluso algunos ya se ofrecen a través de Booking. El precio por persona para una noche ronda los 9000-15000Y, y la mayoría de templos solo aceptan dinero en efectivo.

Cuenta la historia que hasta este valle llegó un monje llamado Kukai, y rebautizado como Kobo Daishi, que después de un largo peregrinar supo que aquí era el lugar donde debían construirse los templos y donde nacería el budismo shingon. De eso hace más de 12 siglos, una barbaridad, y aún hoy Koyasan, con 110 templos activos, sigue siendo un lugar de referencia para el estudio y práctica del budismo, hay escuelas, incluso una universidad. De los siete mil habitantes, la mitad son monjes.
Los edificios más importantes de Koyasan son el templo principal Kongobuji con su jardín zen, el templo Garan y el cementerio de Okunoin. Nosotros comenzamos por el enorme cementerio donde se encuentra el mausoleo dedicado a Kobo Daishi.

El cementerio de Okunoin es el más grande del país y, con sus más de doscientas mil tumbas que abarrotan 2Km de paseo hasta el mausoleo, es la estrella de Koyasan.
Debe ser también uno de los más antiguos del país, y es sin duda una necrópolis muy particular, rodeada de una jungla de cedros y una atmósfera muy especial.
Hay un camino corto, de apenas un kilómetro, en el se encuentran las lápidas y mausoleos de modernas empresas y compañías niponas… Hay un monumento a los empleados de Nissan, algún cohete… y un curioso mausoleo con forma de termitero levantado por una empresa de exterminio, y que está dedicado a toda las termitas que ellos matan.

Bajo el dosel del bosque hay un interesante segundo camino algo más largo, de apenas dos kilómetros. Aquí se encuentran las tumbas y estupas mas antiguas, y mola mucho pasear por el viejo corazón de este bosque-necrópolis. Recomiendo tomar un camino a la ida y otro a la vuelta y así explorar las dos diferentes zonas.
Esta zona viejuna donde la naturaleza reclama su espacio, me encantó. No entendía mucho lo que veía, pero algunas tumbas parecían dedicadas a soldados caídos en la guerra con Australia, con Corea… y al parecer, muchas son de importantes samuráis, monjes y señores feudales que querían descansar cerca del iluminado Kobo y de la salvación.

También tropezamos con los omnipresentes Jizos, que armados con sus rojos gorros y baberos salpican los caminos al azar, o se alinean en ordenadas filas, aquí también los encontramos apilados formando una pequeña mastaba. Ya os he hablado de ellos en otros posts nipones, son los guardianes de los desamparados y perdidos, de las mujeres, de los bebes y de los nonatos, de los viajeros y peregrinos.

Cruzamos un par de puentes y pasamos por unas filas de estatuas llamadas Mizumuke Jizo. Aquí vimos como los visitantes vierten agua sobre ellas para tener suerte y rezan por las almas de sus fallecidos.

No muy lejos, al final del cementerio, se encuentra el templo y el mausoleo de Kobo Daishi. Sus seguidores no creen que haya muerto, sino que descansa en un estado de meditación eterna y despertará cuando regrese el Buda universal, …mientras tanto, lo veneran, y los sacerdotes le preparan y ofrecen alimentos dos veces al día.
A partir de cierto punto, están prohibidas las fotografías. Al acercarnos al mausoleo nos encontramos con una espesa nube de incienso y muchos locales realizando los distintos rituales,… encendiendo velas, tocando campanas, murmurando sutras,…

Kobo es una de las personas más queridas y veneradas en la historia religiosa de Japón, y hasta su tumba vienen visitantes de todas partes del país. Nosotros encontramos el mausoleo muy concurrido. Hubo un instante en el sentí que me rodeaba más fe que en ningún otro lugar de todos los que visitamos, y llegué a sentirme un poco turista intrusa entre ellos.
Decidimos respetar el momento de intimidad que vivían y nos desmarcamos. Nos asomamos al interior de la sala de las mil quinientas lámparas, llamado salón Todoro, y descendimos al oscuro sótano donde guardan una colección de cincuenta mil pequeñas miniaturas donadas por fieles.
La visita al cementerio, templo y mausoleo es gratuita, está abierto todos los días.
La sala de las lámparas abre de 6 a 17:30h y la de las ofrendas de 8:30 a 17h. Para consultar precios de las distintas salas te dejo este enlace.

Nosotros regresamos a pasear entre espíritus y tumbas. Vemos latas de piña en almíbar a modo de ofrendas, sake, refrescos,…pequeñas ramas de cedros a modo de flores… Y muchas monedas de cinco yenes, son consideradas de la suerte, y los visitantes las empotran en la corteza de los árboles, en grietas de la tierra, en torii de madera… Es una muy mala costumbre y en algunos lugares del país ya comienzan a prohibirlo.

Es bonito el enorme bosque habitado por doscientos mil fantasmas y por un caos de pétreas tumbas, estupas, tablillas… La gran mayoría de sepulturas parecían estar en el remoto olvido, olía a musgo y a tierra mojada, a ratos sonaba un arroyo, no soplaba el viento y el silencio se colaba entre los troncones de los centenarios árboles y entre las almas.

Sin duda la visita nocturna al cementerio debe molar mucho. Lo mejor del lugar es su atmósfera, y seguro que la tenue luz de lámparas y faroles potencia la mucha magia y el bonito contexto. Si te quedas a dormir, puedes hacer la visita por libre o acompañado por guías-sacerdotes, muchos de los alojamientos shukubo incluyen un tour guiado en el precio.
Debe ser muy interesante coincidir con la celebración del día de los difuntos, en Japón se celebra en agosto y se conoce como Obon. Aquí, después del atardecer, las personas consuelan las almas de los fallecidos colocando velas a lo largo de los 2km del sendero principal Sando. También es conocido como el festival de las velas, Rousoku Matsuri, se celebra el 13 de agosto y es un día de afluencia mogollónica.

En un país tan bipolar, tradicional y tecnológico, también la muerte tiene un lado futurista. En los últimos 10 años ha aparecido una gran cantidad de negocios controvertidos que intentan sacar provecho en la lucrativa industria funeraria.

Ahora las familias pueden contratar monjes más baratos en Internet para que lleven a cabo los ritos funerarios, o se puede alquilar al versátil robot “Pepper“, que a modo de monje budista robótico ofrece unos servicios mucho más económicos. Como el tiempo escasea, hoy día también es posible dar el pésame a modo de “drive thru” sin bajarse del coche, usar una Tablet para firmar, orar y dejar las condolencias, o tele-encender unos inciensos… o usar una aplicación que permite a los familiares realizar visitas virtuales a las tumbas de sus seres queridos.
Si quieres puedes enviar cenizas encapsuladas a bordo de un satélite, que pueden ser esparcidas o pueden orbitar años alrededor de la Tierra,… o convertir tus cenizas en una estrella fugaz… o por un poco menos subir a los cielos en un globo de goma 100% natural.

Modas y excentricidades aparte, la realidad es que hoy día en el país de las tradiciones milenarias, soplan vientos de cambios. Los ritos funerarios tienden a reducirse, a ser más íntimos, rápidos y baratos, propiciado por una cuestión económica, por la falta de tiempo, por la mucha población envejecida y por cuarto y mitad de desarraigo familiar.

Dejamos atrás la milenaria maraña de almas, y caminamos hacia el centro del pueblo para visitar el templo Garan.

Al llegar escuchamos el sonido de una campana tibetana, y coincidimos con los rezos de un puñado de sincronizados monjes. Cantaron sus oraciones cuatro veces orientándose hacia los cuatro puntos cardinales. Nos moló mucho el sonido coral de los repetitivos sutras, sin duda fue una banda sonora perfecta para el lugar.

Cuando se marcharon acompañados por el clop clop clop de las rústicas getas de madera, nos asomamos a los principales edificios del templo.

Destacan Kondo Hall y la enorme Pagoda Konpon Daito. La sala Kondo está presidida por el Buda de la medicina y la curación. Al parecer el edificio se ha quemado en varias ocasiones, y la sala actual es de 1932.

La pagoda Konpon Daito es el edificio más alto de la ciudad, tiene dos niveles, mide algo más de 45m y dicen que se sitúa en el centro de un mandala que engloba a las ocho montañas de Koyasan.

También se ha quemado en varias ocasiones, sobre todo debido a rayos, y por ello su quinta y última reconstrucción, en 1937, se hizo con ferrocemento y recubrimiento de madera.

Caminamos entre pequeños templos secundarios que salpican el lugar. Nosotros no visitamos el interior del templo Kongobuji, el principal del budismo shingon. Al parecer las salas interiores están decoradas con bonitas pinturas de artistas japoneses, y tiene un jardín de rocas estilo zen que representa a dos dragones saliendo de un mar de nubes. El jardín zen Banryutei es el mayor de su clase en el país, se diseñó y construyó en 1984 usando rocas de Shikoku, el lugar de origen del adorado Kobo Daishi.

Además del día de los difuntos, Obon, otras fechas interesantes en Koyasan son el 15 de junio, cuando se celebra el cumpleaños de Kobo, y el 10 de abril cuando se lleva a cabo el festival Dai ku mandara, en el que los monjes cantan por la felicidad de todas las almas y se honra a los mandalas que ellos usan para la meditación. También el 21 de marzo se realizan algunos eventos, como el Kyusho Mieku que conmemora la muerte o meditación eterna de Kobo.

Además de un centenar de templos, hay unos interesantes senderos para explorar. Aquí empieza y termina una de las rutas de peregrinación más importantes del país, y es posible encontrar rutas sencillas, otras largas, algunas con historia… El sendero más largo es el Koyasan choishi-michi, tiene 24 km, se tarda unas 7h y está muy bien señalizado. Aquí os dejo un mapa con más info por si os animáis a recorrerlo.

Era algo tarde, teníamos hambre. En la pequeña localidad no hay mucha oferta gastronómica, pero siempre hay un supermercado, casa de té, bares de tapas llamados izakaya… donde poder comprar algo para comer.
Comimos, calculamos tiempos, la temperatura se desplomaba… y decidimos ir volviendo a Kioto para no coincidir con el regreso de toda la guiri-marabunta. Este día lo recuerdo especialmente yincana. Aunque todo está muy sincronizado, realmente se pierde mucho tiempo con el transporte, son casi 4h de ida y casi 4h de vuelta, y creo que se disfruta poco tiempo del lugar, al menos en nuestras fechas, con los cortos días del otoño. Supongo que en los días de primavera y de invierno también deben cundir poco las horas de sol.

Hubiera estado bien pasar la noche para disfrutar de la iluminación nocturna, explorar algún sendero y minimizar la sensación de día corto y yincana. Pero en todos los viajes, hay que hacer concesiones y dormir en Koyasan fue una de las nuestras.
Lo poco que vimos de Koyasan nos gustó, lo que más nos moló fue el bosque-cementerio con su paz infinita. Es una visita muy recomendable, pero ten en cuenta los tiempos, que la oferta de alojamientos a precios asequibles es reducida y se recomienda reservar con bastante antelación. Aquí te dejo un enlace con todos los atractivos locales.

Estábamos cansados, pero el conseguir ir sentados en el teleférico, buses y trenes, nos dio energías y decidimos hacer una parada en la ciudad de Osaka. Callejeamos un rato tomándole el pulso nocturno al famoso barrio de Shinsekai, nos emborrachamos de leds y neones, cenamos … y regresamos a nuestro hotel en Kioto.

No dejaban de fascinarme los contrastes del país, comenzamos la mañana en un silencioso cementerio con 12 siglos de historia, tropezamos con monjes, cedros, oraciones… Acabamos el día paseando entre rascacielos, bajo un enorme pez globo, frente a un cangrejo articulado, un pulpo rosa, galácticas torres, …acompañados de pirubirus de distintos decibelios,… rodeados de la mucha vida de Osaka.
Sin duda fue un día de contrastes…un día muy Japón-Plutón ☺
Seguramente por ignorancia y prejuicios por mi parte, suelo asociar la práctica de tradiciones y costumbres milenarias con un cierto atraso cultural, con un país anclado en el pasado que se resiste a modernizarse, a progresar. En Japón, en cambio, veo que se conjuga las prácticas de siglos pasados con el más moderno estilo de vida, muy semejante al de occidente. Todavía me sorprende ver tanta religiosidad, tantos templos en activo y tantos practicantes en una sociedad puntera en ciencia y tecnología. Porque una cosa es conservar lugares y edificios emblemáticos y antiquísimos como muestra de lo que una civilización fue, de su pasado y sus orígenes, y otra que, como quien dice, se vaya a orar al lugar más recóndito con un tren-bala, jeje. Eso sí que es una peregrinación por todo lo grande, jajaja.
Y me ha llamado poderosamente la atención esos personajes tallados que no solo tienen la función de proteger a los niños y personas desvalidas sino también ¡¡¡a las pobres mujeres!!! Probablemente la mujer japonesa necesite de un «ángel de la guarda» que la proteja del machismo, que tengo entenido que todavía está muy presente en la sociedad nipona actual.
En definitiva, todo un lujo de imágenes y, para vosotros, los protagonistas de este estupendo viaje, de vivencias y recuerdos.
Encantado de reencontrarte donde te dejé, jajaja.
Un abrazo.
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😀 Ahí es donde precisamente reside mucha de la magia del país compañero, en esa curiosa conjunción del Japón más milenario con el Japón más tecnológico. Este contraste casi imposible, esta mezcla casi explosiva, hace que sea un destino realmente atractivo, muy único y sí, a ratos; chocante.
Aún tienen una curiosa mezcla de fe y cuarto y mitad de superstición,… no solo conservan sus raíces, su cultura, si no que efectivamente las viven… y sí 😀 van en tren bala a un remoto cementerio 😀 También conservan la educación, el respeto,… viejos valores en peligro de extinción,…
😀 jajaja los Jizos protectores están relacionados con los movimientos, viajes, viajes de la vida… y se ve que las niponas se pierden… o descarrilan… 😉
En nuestro paso fugaz no me dio tiempo de ver mucho sobre este tema, pero sí leí que en sus tripas sigue siendo una sociedad machista, como muchas, o todas… Allí también chocan con techos de cristal en las empresas,… no hay conciliación familiar, las jornadas laborales son largas,… los índices de natalidad se ven afectados,… las poblaciones envejecen… Un clásico que se repite en muchas sociedades, países… y no aprendemos.
Bienvenido querido compañero 😀 espero que hayas disfrutado mucho de los tuyos, de los paisajes… y de la desconexión 😀 yo mientras he escrito un par de posts breves, un romántico roadtrip que hicimos allá por el Pleistoceno 😀 y un post dedicado a mi gaditana provincia que tenía muchas ganas de compartir por el garabato 😀 jajaja que me hizo gracia la ocurrencia de la Musa. Te mando un abrazo enorme de bienvenida, y besitos a repartir con R.
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Qué bioniitooo!! Vale la pena la gymkana, entonces…
Entristece leer la relación muerte – tecnología, qué frialdad.
Otra cosita más que me apunto 😀
Gracias y un besote fuerte.
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Hola mi linda Salo! no sé si imaginarte, por aquí, por allí… si darte la bienvenida… 😀
Es muy bioniitooo 😀 merece la pena, pero si se visita siendo los días cortos… creo que es mejor aprovechar las montañas para frenar y dormir allí… así tienes tiempo para hacer algún sendero que sé que os gustan 😉
Te mando un abrazo enorme estés donde estés 😉 gracias por pasear conmigo.
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Ya de vuelta y en la brega a tope!!
Beisitoosss!!! 😀
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¡¡¡BIENVENIDA!!!! 😀 deseando leer tu diario viajero 😀 Eso sí, sin prisas 😉 que ahora te toca el momento vuelta al cole 😀 Te iba a mandar energías 😀 pero seguro que las traes renovadas y a tope 🙂 Muchos besitos a repartir y un abrazo grande de wellcome!
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Admiro la energía de que hacéis gala. Y el texto y las fotos y esas palabras que se deslizan entre molonas pompas de jabón. Un besazo.
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😀 jajaja ya verás que estamos mayores y que iremos notando el cansancio en los últimos días 🙂 Me alegra saber que has disfrutado del irisado paseo 😉 gracias por acompañarme. Un abrazo enorme
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Me encantó Koyasan. De hecho, es lo que más me gustó y más disfruté de todo el viaje. Poder compartir una cena vegana en el templo, dormir en un futón sobre un tatami, darme un baño tradicional japonés y madrugar para asistir a unos rezos budistas fue la experiencia más gratificante que he vivido en mi paso por el país nipón. El cementerio vibraba de energía y todas esas historias camufladas entre las piedras… Lo dicho, me encantó. Muy buen artículo y muy completo, Cristina. Un abrazo 😘
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Koyasan tiene una atmósfera muy especial 🙂 y poder dormir en un shukubo y vivir la experiencia con los monjes, sin duda tuvo que ser muy interesante y curioso. El cementerio es un escenario molón para ambientar alguna novela 😉 seguro que has venido cargada de inspiración 😀 y con ganas de volver 😉 Gracias por pasear conmigo, un abrazote sabático.
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Precioso artículo y Koyosan todo un descubrimiento en Japón. Mi pareja ya viajó a allí y no había oído hablar de este lugar increíble. La experiencia de quedarte a dormir parece algo que queda grabado en la mente para toda la vida…
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Gracias por pasear conmigo compañero beajero, sí que es un lugar especial 🙂 Dos abrazotes viajeros.
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