Nuestro viaje de tres semanas por Japón. A la llegada pasamos cinco noches y conocimos algunas de las zonas más atractivas de la ciudad; el electrónico barrio de Akihabara, Shibuya y su famoso paso de peatones,… la Isla de Odaiba y su flipante Museo de Arte Digital… Aquí y aquí te conté nuestros primeros días en la capital, hoy te cuento nuestras últimas horas en el país del Sol Naciente.

Noviembre acababa, regresábamos desde Kanazawa a Tokio, volvíamos a la casilla de salida para pasar las dos últimas noches.
Habíamos dejado cierta flexibilidad para el final del viaje, no teníamos planes, pero sí llevaba anotadas distintas posibilidades; re-intentar ver el Fuji si en el primer intento no se nos dio bien por la meteorología, o visitar la bonita localidad de Kamakura con su Buda gigante, o acercarnos a conocer el otoño en el Monte Takao o en la coqueta O’Hara…

Como pudimos ver el monte Fuji en el primer intento, nos planteamos visitar la cercana Kamakura, pero a estas alturas del viaje nos apetecía un poco de relax. Teníamos empacho de trenes, y decidimos quedarnos en Tokio para conocer nuevos barrios y hacer algunas compras.

Era más de medio día cuando llegamos al barrio de Gotanda, hicimos el check in en el mismo hotel Mitsui Garden que usamos en la llegada, comimos algo y dedicamos la tarde-noche a conocer Ikebukuro. Un estridente barrio del consumo, de la moda joven… plagado de restaurantes, …con un búho como símbolo y con algunas grúas y obras.

Las calles están salpicadas de pantallas, leds y neones, tiendas de fotografía como Bic Camera y Yamada, mundo manga y anime destinado a mujeres,… Dicen que es como el electrónico barrio de Akihabara, pero más pequeño y con mejores precios.

Hay varios centros comerciales como Tobu, Seibu, Marui, y el enorme Sunshine City con teatro, planetario, y una plataforma de observación (1200 Y, abierta todos los días de 10 a 22h).
Muchos recreativos, karaokes, tiendas de Pokémon…de pelucas de colores, de guitarras…

Recuerdo que entré en una preciosa y lujosa papelería donde daba miedo hasta moverse. Había hojas del tradicional papel washi considerado Patrimonio de la Humanidad, plumas estilográficas de diseño, cuadernos para hacer origami… y bonitas telas furoshiki que los japoneses usan para envolver los regalos. Estos furoshiki los venden en todas partes, incluidos los todo a 100Y como Dayso, y pueden ser un souvenir molón.

Callejeamos un rato más por el ambientado barrio, y buscamos un lugar para cenar sentados y sin prisas.

Luego caminamos hasta la enorme estación, y usando la práctica línea circular Yamanote, regresamos al hotel, y acabamos la noche dándonos un baño en el chachi onsen. Sin duda estos baños tradicionales fueron uno de los rituales nipones que más nos moló.

Nuestras últimas 24h las dedicamos a pasear por la ciudad, y bajo un cielo azul radiante comenzamos la mañana visitando el elitista barrio de Ginza.
Aunque lo comparan con la Quinta Avenida de Nueva York… a mi solo se me parecen en que son avenidas destinadas al consumo, con caras tiendas de marcas internacionales, escaparates de lujo, algunos centros comerciales…

Nosotros la visitamos aún dormida, era temprano y todo estaba cerrado. Nada que ver con el ambiente de los fines de semana, cuando cortan el tráfico en la avenida Chuo Dori convirtiéndola en una animada zona peatonal.

Además de elegantes tiendas, está el teatro Kabukiza perfecto para ver una tradicional obra kabuki, un curioso museo gratuito de la policía, galerías de arte, restaurantes Estrellas Michelín…

De todas las tiendas, personalmente me hubiera molado entrar en la papelería Itoya, que con sus 100 años de solera, está considerada una de las mejores del país. Cada uno tenemos nuestros frikismos 😉 mi debilidad son las papelerías y librerías.

Paseando llegamos al cercano distrito de Minato para conocer el barrio financiero de Shiodome. Allí callejeamos entre relucientes rascacielos, cruzamos pasarelas a diferentes niveles, pasillos subterráneos…

Durante el periodo Edo en esta zona había una marisma, de ella no quedó nada, tan solo el nombre del barrio Shiodome, que significa literalmente ‘detener las mareas’.
Hoy está plagado de una interesante arquitectura, repleto de oficinas, hoteles para ejecutivos,…

A los pies del rascacielos de la televisión japonesa NTV buscamos el enorme reloj Ghibli.
Es de acero y cobre, mide 12 m x 18 m, pesa más de 20 toneladas y tardó seis años en completarse. Está repleto de diminutos detalles, …hay herreros, una tetera, campanas, cañones… engranajes. Es un reloj musical, y por lo que leí mola verlo en acción o iluminado por la noche. El espectáculo de luces y sonidos es a las 12h, 15h,18h, 20h, y a las 10h los sábados.

Del premiado Studio Ghibli, solo sé que está detrás de las películas anime “El viaje de Chihiro” y “La princesa Mononoke”,…y que algunos de sus miembros tuvieron sus comienzos en las series de Heidi y Marco.
A los fans del Studio Ghibli les molarán mucho las tiendas que encontrarán en la primera y segunda planta del edificio.
Y sospecho que los muy fans no querrán perderse el famoso museo Ghibli a las afueras de Tokio, ni el nuevo museo que se inaugurará en Nagakute en 2022.

Muchos de los rascacielos de Shiodome pueden ser visitados. El edificio Caretta ofrece un curioso museo sobre la historia de la publicidad desde el periodo Edo. Y en sus 51 plantas también es posible encontrar tiendas y restaurantes con vistas panorámicas.

El molón Shiodome City Center, con sus cristales azulados y ondulados, es la sede de Fujitsu y la compañía aérea ANA. Con sus 215m es el más alto del distrito, también tiene tiendas, restaurantes con vistas…

En algunos tramos del barrio coincidimos con importantes obras en aceras y carreteras. Aquí los trabajos son señalizados con conos que tienen cabezas de Hello Kitty, vallas de colores, usan carteles con simpáticos muñecos… La seguridad en Japón es un tema muy serio, pero eso no significa que no se pueda usar humor, iconos kawaii…

Era tan temprano que los jardines Hama Rikyu estaban cerrados. Abren de 9h a 17h y cuesta unos 300Y. Hay una pequeña arboleda, algunas casas de té,…curiosas vistas de los edificios … Se encuentra en la orilla de la bahía, leí que sus estanques son de agua salada y cambian de nivel con las mareas.
Al pasar por allí recordé que no muy lejos debía andar el famoso mercado de Tsukiji. Antes se celebraba aquí la subasta de pescado y acudían muchos turistas a verla y a comer en sus puestos. Pero desde 2018 la venta de pescado fue trasladada al mercado de Toyosu. Ahora allí puede verse la subasta de forma mas segura, detrás de cristaleras… es gratuita, no hay que apuntarse en ningún listado como antes, tan solo hay que llegar temprano. Aquí te dejo toda la info.
En los exteriores del viejo mercado Tsukiji aún se pueden encontrar algunos puestos donde degustar un buen sushi. Te dejo aquí más info por si te apetece.

Los amantes de los trenes pueden visitar un pequeño museo cerca de la estación de Shimbashi,… Nosotros nos fuimos a buscar monstruos, un par de Godzilla que se esconden en la ciudad.

Fue fácil encontrar a estos dos mega reptiles peliculeros. Uno vive a ras del suelo en una calle del barrio de Ginza , y otro encaramado en el techo de un cine del barrio de Ikebukuro.

Un mismo dinosaurio mutante, con dos poses, distintos materiales y contextos.

Desde Shimbashi se llega enseguida al pequeño parque de Hibiya. A su alrededor se asaban castañas, colocaban puestos, vendían dulces…

El parque fue una bonita y colorida sopresa, había doradas alfombras de las hojas de gynkos, un estanque con una bronceada grulla, un coqueto velador de madera,…

Hojas cayendo, reflejos surrealistas,… me gustó mucho aquel oasis multicolor rodeado de rascacielos.

Era 30 de noviembre, el momiji estaba en su punto dulce, y el parque lucía así de pletórico. Sin duda, fue todo un acierto hacer coincidir la fecha de nuestro viaje con el cambio de color de las hojas.

Paseamos un rato entre los últimos ooohs y aaahs del viaje, y aparecimos cerca del Palacio Imperial. Aunque ya habíamos visitado esta zona los primeros días, estábamos al lado, y decidimos acercarnos a saludar a los gynkos que salpican el foso.

La primera vez los vimos con sus pinchudas copas verdes, ahora lucían amarillas. Molaban muchos sus reflejos dorados, parecía fuego, la llama de una enorme vela…

En los alrededores trabajadores que vienen y van, repartidores de mercancías, alguna decoración de Navidad que comienza a asomar…

Tomamos la línea Yamanote para acercarnos al barrio rojo de Kabukicho. De día el lugar es aún más extraño, de noche todo se difumina con la luz de los leds y neones.

No hay calles peligrosas, ni barrios chungos, en Japón la seguridad es muy alta, pero quizás este fue el barrio más perjudicado y sucio que vimos. Aquí me encontré en una acera la única caca de perro de todo el viaje. Os recuerdo que Japón es relimpio, debe ser más fácil ver un OVNI que un mojón perruno…

No muy lejos tropezamos con un famoso “restaurante robot”. Muchos turistas vienen aquí a cenar, a disfrutar del curioso servicio y de una galáctica performance. En la zona de Fuji charlamos con unos mexicanos que nos contaron su mala experiencia en el restaurante. Según ellos se debería llamar “Restaurante no robot”, eran personas disfrazadas, la comida les pareció cara, mala y escasa, y el show demasiado largo. Supongo que para gustos colores.

Si eres amante de la robótica, quizás te mole esta web con información de los robots que puedes encontrar en el país, desde el famoso Asimo creado por Honda, a hoteles atendidos por autómatas, tiendas de recambios y piezas …
Luego fuimos al barrio de Shinjuku, el corazón comercial y administrativo de Tokio. Aprovechamos el paseo para devolver en la estación nuestra tarjeta SUICA y recuperar los 500Y de fianza. Nos pareció muy práctica y cómoda esta tarjeta monedero que sirve para pagar en buses, comprar en las pequeñas tiendas tipo combinis, usar máquinas expendedoras… ya te hablé de ella aquí, en el post de preparativos.

Recuerdo que en nuestro primer paseo por el barrio de Shinjuku nos acompañaron las nubes, hoy el sol lo cambiaba todo. Relucían los aceros y vidrios en las alturas, el lugar brillaba bajo una nueva y diferente luz.

Callejeamos un rato, comimos en modo aquí mismo, y desde allí nos fuimos a visitar Yoyogi Park, uno de los parques más grandes de la ciudad.

Hay zonas con césped perfectas para un picnic, rincones con bancos, algunos estanques y fuentes, un puñadito de cerezos y gynkos,… por allí paseamos y nos sentamos a ver la mucha vida pasar y los cuervos bañarse.

Los fines de semana está aún más animado, dicen que los domingos es habitual que en la puerta del parque se reunan a bailar y a charlar unos cuantos rockabillies nipones.

En estos terrenos del parque se encontraba la villa Olímpica Tokio 1964. Aún quedan huellas de aquellas Olimpiadas, como el Gimnasio Nacional Yoyogi con su curiosa cubierta suspendida. En él se celebraron las competiciones de natación, baloncesto… conciertos de Queen, Pink Floyd,… hoy se usa como pista de hockey, patinaje, canchas, … y albergará los partidos de balonmano de Tokio 2020.

Desde aquí caminamos rumbo a la comercial Harajuku. Pasamos por Omotesando, una amplia avenida, con lujosas tiendas de marca y mucho ambiente. Quizás por su arboleda, locales chic, sus cafeterías elegantes,… es conocida como los Campos Elíseos de Tokio.

En todo Harajuku encontrarás enormes centros comerciales como Omotesando Hills y el fotogénico Tokyu Plaza,… el Daiso todo 100Y más grande de la ciudad, un gran Bazar Oriental donde comprar recuerdos, una super juguetería… Las tres calles mas comerciales son Takeshita-dori, Ura-Harajuku y Cat Street.

La peatonal y estrecha calle Takeshita lleva décadas oliendo a crepes y siendo el corazón de la moda joven. Siempre está muy ambientada, sobre todo los fines de semana.
Tropezamos con merchandaising de cantantes idols, cafeterías, locales de comida rápida, … mogollón de adolescentes y muchas creperías, las más antiguas son Angel’s Heart y Marion Crepes, son vecinas.

Después de probar los crepes, callejeamos por Cat Street, salpicada de tiendas de diseño, ropa de segunda mano, cafeterías alternativas, …

A su alrededor, calles estrechas y viviendas cotidianas con cierto encanto, algunas con mini jardines urbanos, macetas,…

También en Harajuku encontramos algunas cafeterías para achuchar animales, desde gatos, a conejos, a serpientes… Ya lo he comentado muchas veces, la cautividad no mola. Para la simple diversión de clientes y turistas, se mutilan alas, se extraen dientes y uñas… Si visitamos estos lugares, fomentamos esta negativa práctica ☹ No participes si de verdad te gusta tanto esa fauna que quieres achuchar, acariciar…

Rodeados de tantos adolescentes creadores de modas, influencias y tendencias, a ratos me sentí abuela… Abundan los fans del anime y manga llamados otaku,… pululan lolitas, alguna prima de Lady Gaga, …

Como Harajuku no queda lejos de Shibuya, allí acabamos nuestro último día. Volvimos a visitar los alrededores del paso de peatones más famoso del mundo mundial, con permiso de Abbey Road y de los Beatles.

Callejeamos, hicimos algunas compras, y entramos en un tipo de local muy made in Japon, llamado mandarake. Son unas tiendas dedicadas a coleccionistas de figuras,… de manga, del mundo anime, fans de cantantes cosplayers…

Entre juegos retros, viejunos dvds, chapas ochenteras, … nosotros buscábamos un Mazinger que nos habían encargado.

Hay varios repartidos por la ciudad, además de este de Shibuya, hay uno en Nakano, otro en Ikebukuro… En la que entramos era casi como cueva, subterránea, con claustrofóbicos pasillos, con varias plantas… abarrotada de estanterías y de millones de frikadas…

Buscamos un lugar para cenar sentados, pasamos por última vez por el famoso cruce, nos despedimos de la estatua del famoso perro Hachiko,… y usando la línea Yamanote llegamos a nuestro hotel.
Habíamos pasado un total de 6 noches en Tokio, pretender ver todo es imposible, la ciudad más poblada del mundo tiene mucho que ofrecer. Diría que se necesita un mínimo de 2-3 días para tomarle el pulso, una semana sería perfecto para conocerla un poco más y mejor.

Nosotros conocimos los principales barrios, Shibuya, Shinjuku, Harajuku, Asakusa, Akihabara, Ginza, Hikebukuro, la zona de Ueno…la isla de Odaiba y un poquito de Tenozzu, … se nos quedó en el tintero la zona de Ropongi Hills, con sus miradores panorámicos, la comercial Nagano Broadway…
Aquí te dejo todos los atractivos de la antigua Edo, y aquí unos cuantos itinerarios según el número de días que vayas a dedicarle a la ciudad.

Nuestra aventura en Japón-Plutón llegaba a su fin. Solo quedaba un último baño en el onsen del hotel, hacer las maletas y descansar para el regreso. Por la mañana, volveríamos a tomar aquel tren Narita Express que hacía tres semana nos llevó desde el aeropuerto al corazón de la ciudad. Por delante 15h de vuelo, con Iberia, sin escalas.
Habíamos madrugado todos los días, pero las nubes, las montañas, los rascacielos,… no nos dejaron ver el sol amanecer en el horizonte. Aquella mañana, desde el último tren, vimos la roja y enorme bola nacer. Apenas duró unos segundos la bonita visión de aquel disco solar que inspira la bandera nipona, …y que para nosotros, fue como un metafórico punto y final. Sonreímos, y dijimos adiós al fascinante país del sol naciente.

Si quieres leer más de nuestro viaje, haz clic aquí y Te cuento…
Tres semanas y parece que haya sido un mes de tanto que habéis visitado y recorrido, ja,ja,ja. Podrias editar una guía turistica sobre Japón-Plutón, je,je, Las personas que viajan teniéndolo prácticamente todo planeado ahorran, desde luego, tiempo al no desperdiciarlo en improvisaciones que muchas veces llevan al fracaso. Ir a tiro fijo y sabiendo adonde y cómo ir simplifica mucho las cosas. Si además si eres de las que se detienen a contemplar con detenimiento, anotando lo que ve e inmortalizándolo gráficamente, como tú, eso ya es casi profesional, ja,ja,ja. Te imagino con la cámara al hombre y la libreta en mano, o bien echada en la cama, a la vuelta del periplo diario, escribiendo lo visto y las impresiones que te han dejado las visitas. Así pues, al volver a casa pudiste decir aquello de misión cumplida, je,je.
Después de todo el ajetreo de un viaje, es bueno dejar el último dia para el relax, sin depender del reloj y de una ruta obligatoria a seguir y dejarse llevar, por un día, por la improvisación, callejeando sin rumbo fijo y tomándoselo todo con calma. Es una forma de irse aclimatando al viaje de regreso, el cual seguro que os dejó un regusto ligeramente amargo y unos dias de añoranza.
Ha sido un placer seguir vuestras andanzas.
Un fuerte abrazo,
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Sí que nos cundió bastante 😀 las excelentes comunicaciones hacen que sea muy fácil explorar.
Hay muchisisisimos tipos de viajes o formas de viajar,… pero creo que Japón es de los destinos que se presta y agradece un poco de planificación, la suficiente para no sentirte un poco «Lost in traslation» 😀 y no gastar más $$ de la cuenta.
Hay quien lleva anotadas las rutas/itinerarios al dedillo, con orden y tiempos… personalmente no soy amiga de tanto encorsetamiento, …no es lo mismo una guía que un guión, la flexibilidad me mola… y salirme por algunas tangentes, deambular, improvisar,… frenar… y escribir en mi cuaderno tumbada en la cama al final del día 😀
Por ahora no tengo suficientes tablas niponas como para hacer una guía de Japón, quizás de safaris por libre en Kruger 😉 a ver si algún día acabo la que me traigo entre manos… se me acumula la blog-faena 😀
Me alegra que te haya gustado, para mi también ha sido un placer tenerte cerquita 🙂 Mil GRACIAS mi querido Josep por acompañarnos. Un abrazo XL.
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